lunes, 2 de marzo de 2009

Buen gusto don Pablo

Las ocho mujeres de Pablo Picasso

Viernes, Febrero 27, 2009

De sus seis relaciones estables y de una de sus amantes hay fotos y dibujos; pero a la única que siempre estuvo a su lado nadie jamás le vio la cara: era La Muerte.


LA PRIMERA. En 1905, Fernande Olivier (alias Amélie Lang) volvió loco al joven Picasso, entonces de 23 años. Comenzaba la larga saga de imágenes reales e imágenes pictóricas que, desde entonces, acompañaría siempre a las mujeres que rodeasen al artista, y que llevará incluso a formular la pregunta retórica: ¿cuál fue el lado A y cuál el B de cada una de esas mujeres? Porque a la historia del arte han pasado en su forma irreal pero armoniosa, con colores irreales imaginados por un genio y en proporciones a veces imposibles pero que atraen –quizás por eso– mucho más la mirada que las fotografías de sus verdaderos rostros.


LA SEGUNDA. En 1918 conoció a Olga Khokhlova, una bailarina rusa que se convertiría en su primera esposa. Uno de los blogs que mejor han hecho esta enumeración cronológica y comparativa de Picasso y sus mujeres, el portugués Obvious, que luego de explicar el encuentro con Olga termina de describir su influencia diciendo: “Tal como el ballet, Picasso se vuelve clásico”.


LA TERCERA. En 1927 apareció en la vida del pintor Marie-Thérèse Walter, una joven que le daría una hija –Maya– y que transportaba consigo el placer y la alegría de vivir… aunque no de morir: como varias de las mujeres de Picasso, la Walter terminó mal sus días: se ahorcó en el sur de Francia, en 1977.


LA CUARTA. En 1936, como para que Marie-Thérèse Walter se muriera de celos –y vaya si lo hizo–, surgió en escena la hermosa morena croata Dora Maar (en realidad, Henriette Theodora Markovitch), que fascinó a Picasso con sus 27 años, su perfecto español (había pasado parte de su infancia en la Argentina), su aire sufrido y sus frecuentes crisis de melancolía, espíritu que rápidamente se trasladaría a las creaciones del artista en esos tiempos, como el Guernica. Picasso soportó apenas nueve años la depresión de su compañera, pero Dora mantuvo impertérrito su complejo temperamento –en casi mil fotos suyas que se conocen, en solamente dos se la ve sonriendo– y pasó el resto de su vida recluida, hasta su muerte en 1997, pobre y solitaria.


LA QUINTA. En 1943, la seductora e independiente Françoise Gilot conquistó al artista desde sus 21 años (Picasso ya tenía 60) y tuvo con él dos hijos, Claude y Paloma. No duró mucho: en 1953 se convirtió en la única mujer que abandonó al español, y con el tiempo se transformaría en la esposa y luego viuda del doctor Jonas Salk, el creador de la vacuna contra la poliomielitis.


LA SEXTA. En 1954, Picasso conoció a quien sería su última compañera “oficial”, Jacqueline Rocque. Y, de nuevo, todo se transformó. Él la dibujó y la pintó cientos de veces, y ella… terminó suicidándose de un disparo en la sien en 1986, trece años después de la muerte de él.


LA SÉPTIMA. Se la conoció públicamente recién en 2005, cuando Genevieve Laporte anunció que remataría 20 dibujos de Picasso en la Galería Artcurial de París. Laporte había conocido a Picasso siendo ella una estudiante de 17 años, en 1944, y tuvo un breve romance con el pintor en 1951, que incluyó un viaje a Saint Tropez durante el cual Picasso le pidió que se quedara a vivir con él allí. Laporte se negó, Picasso regresó junto a su pareja oficial de entonces –Françoise Gilot, por poco tiempo más– y, 54 años más tarde, Laporte terminó recaudando un millón ochocientos mil dólares con las obras que él le había dejado.

LA OCTAVA
Ni Fernande, ni Olga, ni Marie-Thérèse Walter, ni Dora, ni Françoise, ni Jacqueline, ni Genevieve… ni la musa Sylvette David que le inspiró una larga serie de retratos en la primavera de 1953: la octava y permanente mujer de Pablo Picasso se llamó La Muerte, en la que el artista confesó haber pensado siempre.
–¿Piensa usted en la muerte? –le preguntaron cuando ya había cumplido los 90 años.
–Sí, desde pequeño –respondió–. Fue la única mujer que siempre me acompañó.

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ustedes se la pasan haciendo piquitos

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