domingo, 22 de marzo de 2009

Hiromeyo, el guerrero olvidado


El mar según quien lo mire

El filosofo y célebre urbanista griego, Litrito de su Kosecha (aunque él decía que era de Cosecha común nomás), primo bastante cercano de Empedocles, otro grande del pensamiento griego, contaba historias fascinantes. Una de ellas, estaba referida al heroico Hiromeyo, que fue un guerrero tan temido como el Pélida Aquiles, aquel de los pies ligeros. Hoy en día, se diría, que Hiromeyo no tuvo tanta prensa como Aquiles, sino hubiera sido un crack de aquellos, con representaciones teatrales y todo, y llegando al séptimo arte. Más bien era un tipo de perfil bajo, de pocas palabras, de pocas pulgas también, porque se higienizaba seguido, amigo de los silencios, y si no quedó como una celebridad en la literatura universal fue porque Homero nunca se enteró que un percance de alcoba le impidió llegar a tiempo para embarcarse con los argivos aqueos de hermosas grebas que conquistaron Troya, pero, que estaba invitado para pelear, estaba.

Ulises desde Ítaca le había enviado el mensaje a Hiromeyo que Menelao lo necesitaba para la gran batalla entre tirios y troyanos en que se debía de rescatar a la mujer del hermano de Agamenón.

Cuando le comentaron a Aquiles, previo al viaje, que Hiromeyo iba a pelear a su lado, quedó fascinado. Lo mismo ocurrió con Patroclo, Ayax, Diomedes, Néstor, y hasta el mismísimo Agenor esbozó una sonrisa cuando se enteró.

Cuentan que por este motivo el propio Atisur de Sicora organizó una fiesta para celebrar tan valiosa presencia (la bailanta se suspendió cuando promediaba, porque un toro troyano que tenía Atisur – dicen que era de Eneas, nada menos – se escapó, lo embistió en pleno baile y le fracturó una pierna, quedando Atisur sin poder tampoco viajar a Troya a combatir como eran sus deseos, y sin terminar de bailar con una rubia que “rajaba las tablas”.

Muchos señalaban en Sicora que si hubieran estado Hiromeyo y Atisur, la guerra de Troya hubiera terminado mucho antes de que se enfrentaran Aquiles y Héctor mano a mano.

Cuenta Litrito que una vez tras una discusión en una fiesta dionisíaca Hiromeyo desafió al gigante Platecus, rey de los Tozudos, a combatir para zanjar una gran diferencia, "cuestiones del momento", se estampó en el parte policial de la época, por un mar, que uno veía lindo y el otro feo.

El combate fue feroz, se golpearon con saña, tanto que ambos perdieron la ropa, el pelo y parte de la piel en la lucha. Según comentarios de testigos presenciales, Hiromeyo le asestó un golpe de puño con tanta fuerza que le partió el labio superior a Platecus.

A orillas del mar de la discordia Hiromeyo sacudía al aturdido Platecus (quien por motivo del golpe quedó mellado para el resto de sus días, que en realidad no fueron muchos, ya que una semana después, cuando iba caminando por una callejuela rumbo al Agora, pisó una cáscara de banana que había tirado un viajero africano, golpeando su cabeza contra una piedra cerrando sus ojos para siempre) para imponerle por la fuerza su pensamiento.

Hiromeyo insistía en hacerle decir al mellado Platecus que el mar era lindo. Platecus, el rey de los Tozudos, al borde del agotamiento, se negaba a reconocer la supuesta belleza del mar y repetía desde su melladura, “Egeo, el mar Egeo, Egeo, Egeo”, como para que no quedaran dudas.

El Eco, que acertó a pasar por allí en esos momentos, se contagió y llevó por todas partes el grito indoblegable de Platecus, “el mar Egeo, el mar Egeo”.

Otros historiadores señalan que E(geo) es por la tierra, pero, Litrito sostiene, y da prueba de ello en varios de sus tratados (que lamentablemente no resistieron el paso del tiempo) en que el mar Egeo lleva sus nombre porque el Eco lo repitió en la tierra, en el viento y en el Olimpo, como un homenaje al gigante Platecus, rey de los Tozudos, quien pese a la adversidad en el combate, mantuvo su opinión sobre la enorme concentración de agua. Se dice que la frase “muerto si, vencido nunca” también le pertenece a Platecus, pero eso, a pesar de pasarse años indagando, Litrito nunca lo pudo comprobar.

- CARLOS MARÍA CATTANI -

-CAMACA -

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ustedes se la pasan haciendo piquitos

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