ESTELA Y EL MAR
En la fragua de los sueños
castigué metales hasta el alba.
Con el marrón de las palabras
formé tímidas oraciones
que un día, en pleno diluvio,
se transformaron en un mar de versos.
Viento en popa, sobre mi esqueleto
navegué aguas adentro, hacia la vida
y supe de esas cosas de la marinería
de puertos y amores
de pasar y no volver
de la larga lengua del lucero
atando madrugadas
asido al timón
salitroso y plural
la supe viva.
Anduve entre olas gigantes
con el presentimiento en los labios
y soplando en el viento como el viejo poeta
hasta que la soledad quebró mi nave
y revuelto entre camastros y maderos
floté en un naufragio de años
con motines abordo incluidos.
Un día, harto de mar y de gaviotas
divisé su playa al romper el alba
y sin dudar enfilé hacia ella.
Caí a orillas de su piel
escribiendo mil te quiero en la arena
y yo que sólo había visto estelas en el cielo,
y estelas en la mar, descubrí que no siempre
las palabras se parecen a las cosas.
pues una Estela del San Salvador me envolvió
A pura miel y sentimiento, me rodeó de amor
de sueños, de horizontes.
Los labios hablaron en su idioma de besos
encendiendo antorchas en los cuerpos
iluminándolo todo.
Y en la fragua donde arde la vida
el ritual de las nueve lunas acudió puntual a la cita
para ofrendarnos a Alfredo Manuel en un agosto
y ahora esperamos por Carlos Andrés
porque empecinados, fogosos y humanos
Retamos nuevamente al destino.
No soy Ulises pero llegué a mi Ítaca
No soy poeta pero escribo versos
y no hay días nublados ni naufragios
Cuando Estela y el mar dicen que me aman.
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