LA BUFANDA DEL AVIADOR, de Atilio Duncan Pérez Da Cunha (Macunaíma). Banda Oriental, Montevideo, 2008. Distribuye Gussi. 144 págs.
ESTE ES UN LIBRO de madurez, donde el poeta rinde homenaje a quienes admira o ama, acusa recibo de influencias, pasa revista a las certezas que conserva y dice su saudade por las ya perdidas.
Muchos poemas son para los amigos, vivos y muertos. Pero el poeta también canta, con emoción y sin sensiblería, a la mujer y al hijo.
Pelea contra el tiempo y el olvido. El poeta se ríe ante la muerte "porque es la única forma de mirarla de frente", al tiempo que esconde las lágrimas, como el aviador del poema aludido en el título, "debajo de una bufanda que una muchacha tejió en tierra".
Drummond de Andrade, Vinicius, Zitarrosa, los beatniks, el rock y el jazz, el cine de matinée (pero también Wim Wenders), sus queridos amigos Lazaroff y Darnauchans, el fútbol, se entretejen en un discurso a la vez culto y popular, cuya única dificultad para el lector pudiera ser el desconocimiento de alguna cita literaria, fílmica, musical o futbolera. Y este es un presupuesto estético que debe tenerse en cuenta: muchos de los poemas están estructurados alrededor de una cita. El lector que está al tanto, tiene doble disfrute: el del poema en sí mismo y el de la canción, película, poema o gol que el texto evoca. Para quien no lo está, el poema le abre puertas para averiguar y conocer.
Es a su modo un libro de memorias. No una biografía, pero sí la evocación de instantes significativos. Es un hombre maduro que no olvida su niñez en el Uruguay del `50, ni tampoco las cosas que ocurrieron después, hermosas y terribles.
Es un libro político y de izquierda, sin ambages, excusas ni simplismos. A modo de ejemplo: "elemental/ de todos los crímenes/ cometidos en nombre del comunismo/ la culpa la tiene el mayordomo".("Servilismo ideológico").
Acaso lo único fallido sea la penúltima sección, sobre un viaje imaginario, de Chicago a San Francisco, que un grupo de uruguayos amigos, escritores, emprende para visitar al último icono beatnik, el poeta Lawrence Ferlinghetti. Precede a los poemas una serie de correos electrónicos entre los amigos, acerca del viaje luego no realizado. Los textos desbordan pasión por los beatniks. Y el problema está ahí, en el desborde, pues en esta sección faltan, en general, la contención y el equilibrio presentes en el resto del trabajo.
J. de M. (El País cultural)
Gracias, muchas gracias, por ayudar a la difusión de este nuevo libro.
ResponderEliminarUn abrazo apretado
Macunaíma