sábado, 7 de marzo de 2009

De Nazareth a La Habana

De Cristo a Castro


Julio Herrera (Desde Montreal, Canadá. Especial para ARGENPRESS CULTURAL)

Desde el comienzo de la era cristiana hasta nuestros días tal vez no ha habido un personaje político más controversial que Fidel Castro.

Ciertamente han habido en la historia de la humanidad numerosas personalidades trascendentales, determinantes del curso de la historia mundial: cuestionados como Carlos Marx, repudiados como Adolf Hitler, caudillos exaltados como Bolívar, José Martí, Benito Juárez, José de San Martín, entre otros, pero ninguno tan polémicamente polarizante como Fidel Castro.

Satanizado hasta la histeria por unos, admirado hasta la veneración por otros, según el grado de alineación o de conciencia social que respectivamente tengan, la realidad es que Castro no es el “opresor de su pueblo”, como lo pintan los bajos fondos de la Gran Prensa, patrocinados por la lucrativa industria de difamación del imperio.

Y es que es ya mundialmente consabido que los déspotas pro-imperialistas, infiltrados en las páginas de la historia por las alcantarillas de la propaganda servil, para su indulgencia en la posteridad, han tenido siempre la bajeza de deshonrar la historia y sus héroes, revisando y corrigiendo a su antojo y conveniencia las páginas de las epopeyas históricas, pero sin jamás lograr honrar los despotismos ni sus sicarios. La canonización de los genocidas es la pasión del imperio y sus secuaces y es la misión de sus esbirros de la Gran Prensa, -auténticas armas de desinformación masiva,- mientras que los grandes rebeldes populares son para ellos grandes criminales.

Es por eso que Fidel Castro, como todas las personalidades trascendentales de la historia, requiere de la perspectiva del tiempo para ser comprendido, lo cual es utópico en ésta época de indignidad y de vileza en que el servilismo ante el imperio y la incomprensión de la gleba alienada no ama ni respeta a los hombres de principios sino a los hombres de ambiciones. Las conciencias de rumiantes de los McDogmas del paradigma capitalista, mercantilizadas y envilecidas, veneran solo el éxito financiero de los magnates, no el mérito moral de algunos caudillos populares como Fidel. La virulenta castrofobia engendrada por el imperio por medio de la Gran Prensa servil, es superada solo por la yanquilatría predominante en el planeta como una religión.

Porque lo cierto es que Castro, aunque tuvo durante su gobierno la fama y la fuerza de un dictador, se negó siempre a serlo, digan lo que digan esos grandes empresarios de la difamación y la desinformación, las falsimedia y los autodenominados “disidentes” cubanos, tránsfugas desvergonzados que sólo son desertores de su patria, esos crápulas que al declararse “exiliados por la libertad” deshonran el exilio, puesto que siendo incapaces de defender el derecho de autodeterminación de su patria se empeñan en combatirla coaligándose con el enemigo de ella

Sinceramente, ¿Cómo llamar “antidemocrático” un gobierno donde la educación y la salud son gratuitas, y que a pesar del infame bloqueo yanqui dispone de más médicos por habitante que cualquier otro país del hemisferio, y que además ha alcanzado un índice de mortalidad infantil muy inferior al de los países desarrollados, con un presupuesto infinitamente menor al de cualquiera de éstos? ¿Cómo, sin faltar a la verdad, puede acusarse de “opresor de su pueblo” a quien ha realizado la hazaña, casi el milagro, de multiplicar los panes y los peces en las mesas populares, embargadas y confiscadas por los monarcas de la santa sede imperialista en Washington? ¿Cómo calificar de “dictador” a ese artífice de la grandeza moral de la resistencia cubana que, de ésa isla que era solo un feudo yanqui, hizo una fortaleza de titanes y que es hoy la última catacumba de rebeldes al imperio? ¿Qué hubiera sido del pueblo cubano, en el oscurantismo ideológico de la moderna inquisición neoliberal, sin la antorcha de su líder, lo bastante luminosa como para alumbrar muchos siglos de historia, y en la cual vienen a encender las suyas las almas solidarias y antiimperialistas del mundo?

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ustedes se la pasan haciendo piquitos

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