Mostrarán obras de la época más jocosa y libérrima a la etapa final de Rembrandt
■ Era un coreógrafo de lo dramático en busca de límites, dijo el comisario de Pintor de historias
Armando G. Tejeda (Corresponsal)
Ampliar la imagen Artemisa y Minerva figuran entre los lienzos de Rembrandt que el Museo del Prado de Madrid mostrará al público a partir del miércoles 15 Artemisa y Minerva figuran entre los lienzos de Rembrandt que el Museo del Prado de Madrid mostrará al público a partir del miércoles 15 Foto: Reuters
Madrid, 10 de octubre. La obra más representativa de Rembrandt, genio del pincel que iluminó el Renacimiento y pasó a la posteridad como el pintor de Amsterdam, se encuentra por primera vez en España, en el Museo del Prado.
Se trata de la exposición Rembrandt: pintor de historias, que se abrirá el miércoles 15 y comprende 46 obras –seis de otros pintores–, que muestran la evolución del artista desde su juventud jocosa e impetuosa hasta los últimos días de su vida, cuando se cotejaba a sí mismo con personajes mitológicos, consciente de que la poseía era un arte que trascendería su época, su generación y su país.
Impugnador de formas
Rembrandt (Leiden, 1606-Amsterdam, 1669) fue un pintor prolífico, experimentador de formas y elementos desde muy joven; un artista que impugnó las formas establecidas de su época y descubrió nuevas vías en el arte.
En pleno Renacimiento, el pintor holandés se caracterizó no sólo por ser uno de los retratistas más profundos y sutiles de su época, sino también por darse el “privilegio” de dedicar gran parte de su tiempo a realizar obras de carácter “histórico”, las que entonces daban prestigio a un artista.
Para indagar en la personalidad de Rembrandt y que el público conociera su evolución a grandes trazos, el Museo del Prado reunió por primera vez en España un total de 40 obras de Rembrandt, de las cuales 35 son pinturas y cinco son estampas.
Gracias a la valiosa pinacoteca madrileña, esta exposición permite también que algunos de los cuadros de Rembrandt se enfrenten con otros de artistas de su época e inmediatamente anteriores, que influyeron en su estética. Se trata de obras de Tiziano, Rubens, Velázquez y el Veronés.
La exposición es cronológica tanto en las pinturas por su época, como por las sensaciones que transmiten, ya que se inicia con obras de su época más “jocosa, cómica, altiva y libérrima” de su juventud y finaliza con uno de sus cuadros más impactantes y bellos: el último autorretrato que pintó en el que enfrenta su propia figura con un espectro de muerte y un personaje de la mitología clásica.
Pero antes se muestra la considerada su época de mayor esplendor, con el cuadro Sansón cegado por los filisteos, “en la que se aprecia y casi se siente el dolor del protagonista”, explicó Alejandro Vergara, comisario de la exposición.
La intención de la muestra es que según se avance por los salones de la pinacoteca, Rembrandt se presenta intensamente emocional, dramático y trágico. “Era un gran coreógrafo de lo dramático que busca límites. Por eso algunos de los cuadros del final del recorrido dejan ver a un Rembrandt con gran rigor de espíritu en unas obras que dan sensación de introspección”.
Así ocurre en Betsabé, una de sus más bellas composiciones en la que la joven aparece pensativa.
Otear la condición humana
Miguel Zugaza, director del Museo del Prado, explicó: “hemos decidido centrarnos en sus cuadros religiosos, mitológicos e históricos. Rembrandt fue un fabuloso retratista, pero tanto para él como para sus contemporáneos, la pintura de historia era el género más importante al que podía dedicarse un pintor. Además, era pintando ese tipo de escena donde mejor podía representar las reacciones de las personas ante situaciones dramáticas, y con ello explorar la condición humana. Es en sus cuadros de historia donde demuestra toda su ambición”.
Mientras, Alejandro Vergara dijo que “la autoridad de Rembrandt no descansa sobre su capacidad militar, política o financiera –su biografía así lo demuestra–, sino sobre su propia conciencia de poseer un talento supremo. El tiempo le ha dado la razón: hoy consideramos a Rembrandt como uno de los artistas europeos más originales y más profundos en su forma de plasmar las emociones humanas. No es un historiador, y no debemos esperar de él, como de ningún otro artista, la transmisión de datos históricos objetivos. La historia le sirve para explorar la condición humana, y lo que nos transmiten sus cuadros de historia es su versión de aquella”.
La exposición fue posible gracias a los préstamos de diversas pinacotecas y colecciones privadas, entre ellos el parisino museo del Louvre; el Rijksmuseum, de Amsterdam; la National Gallery, de Londres; el de Bellas Artes, de la Villa de París; el Paul Getty, de Los Ángeles; el Hermitage, de San Petersburgo, o el Metropolitan de Nueva York.
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