Los relojes estaban sincronizados por el "suizo", el relojero de la banda, lo que era toda una garantía de precisión. Es cierto, hubo una leve queja porque se venía de un país con hora distinta pero, el suizo dijo, "los relojes se ajustan al Huso horario del país en que atentamos...".
Mal que nos pese, la cita era a las 18 y 10, en punto, fue.
El golpe iba a ser devastador, lo sabíamos, que la prensa internacional iba a hablar días y días, con una amplia cobertura detrás, también lo sabíamos. Nadie desconocía que el atentado iba a resultar cruel, que iban haber miles de víctima inocentes, que muchos iban a llorar, que muchos iban a sufrir, pero eso a nosotros, no nos importaba. También que iban a rodar cabezas – de ellos – por no haber prevenido este atentado, lo sabíamos con antelación. En el reconocimiento previo del terreno mirábamos sus rostros, rostros conocidos, muy conocidos, algunos, y eso era lo que iba hacer que tuviera una mayor repercusión el atentado, porque no eran víctima anónimas, por el contrario, formaban parte del "jet-set international".
Cuando uno se prepara para una cosa como esta sabe que es a matar o morir, pero no piensa en morir, morir se muere todos los días en que no se hace nada, dijo hace poco nuestro líder, nosotros vamos hacer algo que va a quedar en la historia. En la buena historia nuestro, en nuestra memoria, porque pasarán los años y cad vez que nos encontremos vamos a recordar este 11-O como el día de un hecho inigualable, de una hazaña sin para. ¿Qué hubo víctimas?, siempre las hay, cuando la cosa estalla, no elige, al que le toca, le toca...
Ellos entraron por el pasillo largo, el luigar parecía una romería, el clima era de fiesta, por supuesto, nadie pensaba ni por asomo que iba a ocurrir una tragedia, que un atentado se produciría minutos más tarde, y que la risa se iba a transformar en un llanto sin final...
Y ocurrió. El golpe se inició por la derecha, la bomba llegó por el aire, y así como venía Luisito Suárez, le pegó de zurda, al ángulo. La pelota estalló en las redes el Pato Abondanzieri quedó desplumado en el suelo. Uruguay 1 Argentina 0.
El golpe de gracia lo dío Edison Cavani de cabeza cuando se terminaba el partido, Uruguay 2 Argentina 0. El Estadio de Nuñez quedó en silencio, el llanto era general, ¡como sufrían los argentinos!. El atentado estaba consumado este 11-O. Salimos del Estadio lo más rápido posible, queríamos perdernos entre la multitud luego de perpetuar el atentado...
Fue cuando sentí una mano pesada sobre mis hombros, alguien me sacudía sin cesar. Era mi señora que me decía. "Levantate, se terminó la siesta, ¿no es que ibas a mirar el partido Uruguay – Argentina?...
Todo fue un sueño, al partido en realidad no tengo ganas de verlo a ver si los argentinos nos llenan la canasta...
- ¿Vas a mirar el partio o no?
- No. Lo voy a escuchar al Manu y su equipo...
No hay comentarios:
Publicar un comentario