miércoles, 5 de noviembre de 2008

Biografia del pintor Rubens en Camacadas


Pintor flamenco considerado uno de los más importantes del siglo XVII, cuyo estilo se convirtió en la definición internacional de los aspectos animados, exuberantemente sensuales, de la pintura barroca. Rubens creó un arte vibrante en el que surgen energías palpitantes a partir de la tensión entre lo intelectual y lo emotivo, entre lo clásico y lo romántico, combinando la pincelada intrépida, el color luminoso y la luz trémula de la escuela veneciana con la fuerza ferviente del arte de Miguel Ángel y el dinamismo formal de la escultura helenística. Durante 200 años, la vitalidad y la elocuencia de su obra influenciaron a artistas como Jean Antoine Watteau, del siglo XVIII, y a Eugène Delacroix y Auguste Renoir, en el siglo XIX. Su padre, Jan Rubens, fue un abogado de renombre, además de funcionario municipal en Amberes. Tras convertirse del catolicismo al calvinismo, Jan dejó Flandes junto a su familia debido a la persecución que sufrieron los protestantes. En 1577, nació Petrus Paulus en su exilio de Siegen, Westphalia (hoy en Alemania), también lugar de nacimiento de su hermano Philip y de su hermana Baldina. Aquí su padre se convirtió en consejero y amante de la princesa Ana de Sajonia, esposa del príncipe Guillermo I de Orange (Guillermo el Taciturno). A la muerte de Jan Rubens en 1587, su viuda regresó con sus hijos a Amberes, donde volvieron a convertirse al catolicismo. Después de estudiar a los clásicos y servir como paje de la corte, Rubens decidió hacerse pintor. Estuvo de aprendiz, alternativamente, con Tobias Verhaecht, Adam van Noort y Otto van Veen, conocido como Vaenius, tres pintores flamencos menores, influidos por el manierismo del siglo XVI de la escuela florentino-romana. El joven Rubens fue un pintor precoz, al igual que antes había sido un temprano estudiante de las lenguas modernas europeas y de la antigüedad clásica. En 1598, a la edad de 21 años, adquirió el rango de maestro pintor en la guilda de san Lucas de Amberes. Siguiendo el ejemplo de muchos artistas del momento, Rubens sintió la necesidad de viajar a Italia, el centro del arte europeo durante dos siglos. En 1600 llegó a Venecia, donde las obras de Tiziano, Veronés y Tintoretto dejaron en él una profunda huella. Más tarde, mientras vivía en Roma, se sintió atraído por los trabajos de Miguel Ángel y Rafael, así como por la escultura greco-romana antigua. Vincenzo Gonzaga (reinó de 1587 a 1612), duque de Mantua, contrató a Rubens durante un periodo de nueve años. Además de realizar obras originales, Rubens copió algunas pinturas renacentistas de la colección ducal y en 1605 hizo de emisario del duque en su visita al rey Felipe III de España. Durante sus años en Italia, Rubens asistió a los inicios del periodo barroco de los pintores italianos contemporáneos como Annibale Carracci y Caravaggio, y se asoció con algunos de los más importantes intelectuales humanistas del momento. Cuando Rubens dejó Italia ya no era un burgués, sino todo un caballero, y ya no estaba considerado como un artista local, sino como uno de los artistas de mayor reconocimiento mundial.
La muerte de su madre en 1608 provocó el regreso de Rubens a Amberes, donde se casó con Isabella Brant en 1609. Habiendo formulado en su paso por Italia una de las primeras expresiones innovadoras del estilo barroco, a su regreso se le consideró el pintor más importante de Flandes y, por lo tanto, fue inmediatamente contratado por el burgomaestre de la ciudad. Además, en 1609 se confirmó su éxito al ser requerido como pintor de corte del archiduque austriaco Alberto y de su esposa, la infanta española Isabel, ya que juntos gobernaban los Países Bajos como virreyes al servicio del rey de España. El número de pinturas que se le pidieron fue tan enorme que tuvo que establecer un gran taller, en el que el maestro, es decir, Rubens, sólo realizaba el boceto inicial y los toques finales, mientras que sus aprendices completaban todas las fases intermedias. Además de los encargos de Bruselas y del extranjero, Rubens estuvo muy solicitado por la militante Iglesia contrarreformista de Flandes, que juzgó que sus dramáticas y emotivas interpretaciones de los hechos religiosos, como el Tríptico de la resurrección de la cruz (1610-1611, Catedral de Amberes), eran imágenes de recuperación y renovación espiritual. La prosperidad del momento permitió a Rubens construirse una residencia de estilo italiano en la ciudad, allí albergó su gran colección de obras de arte y antigüedades. Entre 1622 y 1630, la valía diplomática de Rubens fue equiparable a su importancia como pintor. En 1622 visitó París, donde la reina francesa María de Medicis le encargó para el palacio de Luxemburgo la representación de su vida en un conjunto de pinturas alegóricas (terminadas en 1625). A pesar de la intensa pérdida que sintió Rubens tras la muerte de su esposa en 1626, continuó trabajando activamente. En 1628 los virreyes de Flandes lo enviaron a España. Mientras estuvo en Madrid recibió muchos encargos del rey de España Felipe IV, que le nombró secretario de su Consejo Privado. Rubens sirvió también como mentor del joven pintor español Diego Velázquez. Después de una delicada misión diplomática en Londres en 1629, fue nombrado caballero por el rey Carlos I de Inglaterra, para el que también realizó diversos cuadros. Rubens pintó para Carlos I los bocetos preliminares (terminados en Amberes en 1636) del mural del techo del palacio de Whitehall en Banqueting Hall. Desde 1630, cuando se casó con Elena Fourment, hasta su muerte el 30 de mayo de 1640, Rubens vivió en Amberes, en el castillo de Steen, su residencia en el campo. Durante su última década continuó realizando encargos para los monarcas de la dinastía Habsburgo de Austria y España. Pintó, cada vez más, cuadros de interés personal, especialmente retratos de su mujer e hijos en paisajes flamencos. Los intereses del estilo último de Rubens, de hecho de toda su carrera, están resumidos en El juicio de Paris (c. 1639, Museo del Prado). En este cuadro, las voluptuosas diosas, para una de las cuales sirvió de modelo su segunda mujer, están situadas delante de un verde paisaje que simboliza la riqueza de la creación. El color es exuberante, el estudio de luces y sombras espléndido y la pincelada sensual. Todos estos elementos fomentan el significado de lo representado, que no es otra cosa que la selección de lo más bello, la preocupación de siempre en toda la obra de Rubens. Los cuadros del pintor se conservan en la mayoría de los grandes museos del mundo. Londres es, quizá, la ciudad que contenga la colección más rica de su obra, y en el Museo del Prado de Madrid se encuentra, además de la antes mencionada, una de las más bellas, entre otras, La adoración de los Magos (1609), El rapto de Proserpina, Las tres gracias (c. 1635) y El jardín del amor (1638

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ustedes se la pasan haciendo piquitos

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