jueves, 27 de noviembre de 2008

Pasa en Argentina, ha pasado aca...





José Rigane (FETERA)La historia del capitalismo enseña que la sangre, el sudor y las lágrimas para salir de las crisis, siempre son de los trabajadores y de los sectores populares.Los grupos económicos despiden personal para armarse un paraguas que les permita pasar el chubasco sin resignar ganancias.No asumamos como propio el discurso del enemigo. Hoy más que nunca se hace imprescindible y necesario aumentar la organización de los sectores populares y no abandonar la puja redistributiva.En Argentina no tendría que existir una legislación que permita el despido sin causa, como lo permite hoy, donde ningún trabajador tiene estabilidad y el trabajo no es garantía, ni de presente, ni de futuro. De esta manera, la permanencia laboral se convierte en un instrumento de hostigamiento y presión en manos del empresario. Por eso no es ninguna solución ponerle precio al despido.Todos sabemos qué pasa desde que existe el capitalismo: quieren que los costos de sus crisis estén a cargo, siempre, de los trabajadores y los sectores populares”.El Titanic se hunde, la orquesta continúa tocando, mientras el Capitán reparte salvavidas sólo entre la clase pudiente. Los grupos económicos, las multinacionales y los empresarios, aprovechan la coyuntura para producir todos los ajustes necesarios tendientes a lograr que la crisis la paguemos quienes no la provocamos.Este escenario de despojo de la clase trabajadora trae aparejado que traten de poner freno al desarrollo organizativo sindical.En este escenario de crisis internacional, generado por el capital financiero, es decir por el capitalismo, los grupos económicos quieren aprovechar esta circunstancia para avanzar en su objetivo estratégico de destruir, o en todo caso hacer retroceder, la organización y el poder de los trabajadores organizados.Cuando algunos dirigentes dejaron el pedido de un premio de 500 pesos para fin de año, diciendo que había que parar los despidos, en realidad estaban facilitando que las cesantías y suspensiones comenzaran a producirse.Debemos ser lo más creativos posible, no asumir como propio el discurso del enemigo, que causó y desarrolló esta crisis fenomenal: es mentira que debemos renunciar a nuestros derechos y poder adquisitivo. Darle la razón al enemigo es admitir que este mundo no puede existir sin más pobres, hambrientos, desocupados, víctimas de la crisis social: la riqueza está, el problema es cómo se la distribuye.El Estado debe dejar de ser el socio bobo de los grupos económicos concentrados, para ponerse al servicio de la gente.Todo eso será imposible si no nacionalizamos el Estado, como primer paso; y segundo, si no recuperamos los resortes estratégicos y fundamentales, como el patrimonio energético y los recursos naturales, hoy TODOS en manos de los monopolios extranjeros.

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flamencos

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ustedes se la pasan haciendo piquitos

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