Alfabetización: Bolivia cumple el reto educativo
Antonio Peredo LeigueBranco se escribe con b larga y Vásquez con v corta. Quienes, pese a los años que tienen, aprendieron a leer, escribir, sumar y restar, ya diferencian las letras y las escriben como corresponde. Y saben también que, ambos personajes, no creen en la alfabetización; de hecho, están en contra de ella.
El próximo 20 de diciembre, Bolivia será el tercer país latinoamericano en quedar libre de analfabetismo. Es un logro, un extraordinario logro realizado por este gobierno, con el apoyo de Cuba y Venezuela.
Este apoyo es el quid de la cuestión. La oposición no encuentra mejor argumento para deslegitimar la inmensa tarea realizada en dos y medio años, que descalificar a los gobiernos de ambos países. Según la pobre imaginación de los opositores, la tarea de los alfabetizadores es política, en el sentido de adoctrinar a favor del gobierno. Política es toda tarea de gobierno, por supuesto, pero en el sentido más ético del término que supone preocuparse y ocuparse en el mejoramiento de la sociedad. En cambio, para ellos, política fue siempre el oscuro recurso de beneficio para sus intereses particulares. De hecho, sigue siendo así. Lo demuestran sus inacabables artimañas con que pretenden detener el proceso de cambio en Bolivia.
La alfabetización es política de gran altura. ¡Cómo no va a serlo!, si las mujeres y los hombres que no tuvieron oportunidad de asistir a la escuela, aprendieron a leer y escribir con un método moderno, calificado por UNESCO y galardonado varias veces. Con ese conocimiento, ahora pueden discernir entre la verdad y la mentira, entre la razón y el engaño, entre la dignidad y la humillación.
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