Artesanía o arte
Guillermo Guzmán (Desde Barcelona, Venezuela. Especial para ARGENPRESS CULTURAL)
Unos andan por ahí, ambulantes, con su escuela encima del hombro y con su propia creación a cuestas, como queriendo gritar ¡estamos aquí!, y se instalan en el pequeño espacio disponible de la acera, muy cerca de la gente; otros se instalan en talleres y en museos para crear y exhibir, no tan cerca de la gente como los unos.
Mueven carboncillos sobre telas o sobre papeles como en una danza sin sonidos, intentando copiar aspectos externos de una realidad visible, y es que artesanos y artistas parecieran deleitarse haciendo diabluras locas con el cuero, con el barro, con la madera o con el metal.
Otros materiales, la escama de pescado, el hueso de cualquier animal o la pepa de algún fruto, sirven de pretextos para elaborar hermosas figuras, para la mimesis aristotélica, para con sus hábiles manos y su mundo de creatividad siempre ser capaces de elaborar la fantasía del adorno como algo muy serio, sin patrones, sin humo, pero fundamentalmente sin prisa ya que no es en series de a docenas o cientos, la labor creadora del artesano verdadero, del artista real.
La exclusiva expresión de la obra que nace de sus manos de terciopelo o de sus callosas manos es siempre única, si se es verdadero; además, la razón filosófica de artesanos y de artistas pareciera residir en el hecho de buscar por si mismos el material de inventar sus propias locuras, sus propias lindas creaciones y, desde luego, “intercambiarlas” directamente con el público. Cada quien a su manera se ve implicado en la valoración económica de la obra creada, la cotización del “parto” que nace de las manos del “artiesano” -válgase el término- tal vez dependa en buena parte de la coyuntura histórica, social y política del contexto.
¿Por qué se le dice artesanía y no, arte, al referido parto?
Pudiese ser que entre el acto creativo y el sentimiento del creador haya importantes elementos de análisis puesto que, a mi modo de ver, no siempre se crea lo que se quiere crear expresamente, no siempre quienes somos pescadores pescamos a satisfacción con nuestros o nuestras artes de pesca, no siempre el pintor logra el color y la forma apropiada. Acaso Monet pintó cinco veces la catedral de París en varias horas del día ¿buscando qué?, ¿acaso tratando de incorporar una variable, el tiempo?
La realidad es la referencia sine qua non acerca de la cual artesanos y artistas-“artiesanos”- realizan.
Ambos tratan- afanosamente- de imitar los aspectos externos de la realidad y quizás sea el impacto interior que se produce en el creador durante el acto creativo, donde pueda estar la clave que nos lleve a establecer una posible “separatidad” entre arte y artesanía.
A todas éstas, ¿para qué quiero saberlo?
La universidad de las artes puede darnos un chancecito a los egresados de la UDLV-Universidad de la Vida- para compartir experiencias, tal como se hacía en la Universidad de Alejandría, donde no había exámenes ni tesis ni doctorados sino discusiones, discusiones y discusiones pero, después, cada quién daba rienda suelta a su creatividad, cada quién hacía lo que le parecía y, entre otras cuestiones, un tal Eratóstenes pudo calcular el Diámetro de La Tierra.
Largar la nasa -arte de pesca- en el mar, requiere de una aplicación precisa de la geometría para que podamos recogerla, y hay que advertir que los pescadores iban a esa universidad tan buena. La universidad más antigua del mundo, la Universidad de Alejandría.
Me habría gustado ir ahí a echar bromas y a formular preguntas, tal vez yo habría aprendido a distinguir el arte de la artesanía.
Yo habría tropezado ahí -probablemente- con un tal Euclides, con Arquímedes o con el tal Eratóstenes, para aprender alguna vainita útil.
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