Latitud Doloreña: Cuna Fundacional Sudamericana
Once años después de la muerte de Solís, en mayo de 1527 Sebastián Gaboto descubre y pone nombre al río San Salvador. Por su orden, Antonio de Grajeda y 60 compañeros más levantan el Fuerte de Tierra Firme de San Salvador, en algún punto de su desembocadura y la hoy ciudad de Dolores. En mi concepto, ellos son la raíz del Uruguay (y de Dolores sin duda) porque desembarcaron para asentase definitivamente, sembrando trigo ese mismo año para cosecharlo en Diciembre. Es el marino Luis Ramírez quien escribe sobre el rendimiento de la siembre diciendo que: “aquello parecía cosa de maravilla”.
Rota la amistad inicial con los charrúas, el 6 de octubre de 1529 Gaboto propone abandonar el Fuerte; pero entonces “el maestre de nao” Nicolás de Nápoles, propone postergar la partida hasta fin de año para cosechar el trigo sembrado. Interpretando estos hechos, resultan dos conclusiones obvias: que la superficie sembrada debió ser significativa como para justificar retardar una partida casi desesperada; que el Fuerte y su chacra adyacente debió necesariamente estar en campo abierto naturalmente, sin árboles, y no a la orilla del río. Estas condiciones se dan alrededor mismo de Dolores.
Cuando finalmente parten de regreso a España, ya es 1530; dejando atrás la tumba con los restos de Antonio Grajeda, muerto poco antes en un encuentro con los charrúas. Jamás se han encontrado rastros del legendario Fuerte de Tierra Firme de San Salvador. La última referencia sería lo publicado por
EL TELEGRAFO MERCANTIL de Buenos Aires que dice sobre él: “HOY SE DEJAN VER SUS VESTIGIOS”. Pero el ejemplar es del 14 de Febrero de 1802.
Tampoco hay rastros del fuerte que el 30 de mayo de 1574 –poco después del sangriento combate entre Juan de Garay y los charrúas- Juan Ortiz de Zárate levantará en las proximidades o en el mismo lugar donde 44 años antes estuviera el “puerto de las naos” de Sebastián Gaboto. Fue conocido como la Ciudad Zaratina (“CIBDAD CARATINA DE SAN SALVADOR”) y designada como capital de la GOBERNACIÓN DE NUEVA VISCAYA. Pero ante el cerco de los charrúas, probablemente por traición a su amistad inicial, en Julio de 1577 el Capitán Alonso de Quirós evacúa el poblamiento. Por un fragmento en el escrito de Martín del Barco Centenera, publicado muchísimos años después, este sobreviviente describe las durísimas condiciones existentes en las que, obligados por el hambre, deben comerse los perros. ¿Estaban o no a la orilla del río? En mi percepción, el fuerte estaría a varias cuadras de la barranca, de otra manera la pesca hubiera evitado el sacrificio de los perros.
Los restos de ambos fortines se encuentran perdidos en la gran tumba del tiempo. Pero una cuestión es obvia para mi: no fueron levantados en medio de la gran espesura montaraz de la confluencia del río San Salvador con el Uruguay. ¿Por qué? Porque para establecerse hay que sembrar; trigo para el pan, en primer lugar; y para ello la pradera natural y meteorizada estaba allí mismo, tras el monte, a pocas cuadras del río y por encima de cotas de máximas crecientes conocidas por los indios del lugar, con los que habían hecho contactos amistosos en los primeros tiempos.
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