sábado, 17 de enero de 2009

Wimpi, un salteño gigante en el humor

Humor

EL GUSANO LOCO, de Wimpi, Amuleto, Montevideo, 2008. Distriubuye Gussi. 134 págs.

FIGURA MÍTICA del humor uruguayo, Wimpi ha regresado a las librerías de la mano de una editorial joven como Amuleto, que acaba de reeditar El gusano loco: una treintena de textos que reúne parte de sus charlas radiofónicas, de notable popularidad durante los años treinta y cuarenta, en ambas márgenes del Río de la Plata.

De las tradiciones con que cuenta el Uruguay, el humor es una de las más inteligentes. Este libro despliega su agudeza no exenta de impiedad ni de candor, en la parodia de una gestualidad particularmente afín a los uruguayos: su pretensión ilustrada. Un magnífico cortocircuito entre la cita erudita y su comprensión eufórica, a caballo del absurdo pero también de una fina ironía, alienta el humor de estas páginas dedicadas a reír del "tipo" humano y su vida cotidiana. "Se ha dicho que el hombre es hombre por la cabeza y por la mano. Lo es más, empero, por la mano que por la cabeza: hay muchos que no piensan, y lo mismo agarran. Y otros que únicamente piensan en agarrar".

Puede que algunas sátiras se muestren ligeramente envejecidas por las transformaciones de muchos hábitos durante la segunda mitad del siglo XX, pero si el humor de Wimpi sobrevive es por el genio y el ingenio de la mayoría de sus observaciones, la desproporción alucinada de sus énfasis y el calado, a veces cruel, a veces piadoso, de su risa. No siempre se resuelve en el chiste. En ocasiones traza la curva ingenua de una parábola que invita a la reflexión y a la sonrisa.

Arthur García Núñez (1906-1956), que así se llamaba Wimpi antes de adoptar su seudónimo de una historieta de Popeye, nació en Salto y murió joven, en la Argentina, a los cincuenta años. Su paso por la revista Peloduro, CX 34, los diarios El Imparcial y El Plata, pero también por radio El Mundo, Clarín y Noticias Gráficas, de la otra orilla, reunió un conjunto de guiones y textos que regresan cada tanto como lo hacen los clásicos. Decía Mario Levrero que "introdujo nada menos que la filosofía, o el pensamiento (o la inquietud) trascendente, en el humor uruguayo". Ahora que desaparecen los que tuvieron el privilegio de oírlo, sus libros son un inestimable puente para reír con los hombres del pasado.

C. M. D.








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ustedes se la pasan haciendo piquitos

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