Este blog busca su tiempo, destacar las cosas nuestra, salteñas, naranjeras, orientales, y los frutos del mundo que endulzan la vida. Es el despertar, voy por tu sonrisa, tu reflexión y tu esperanza, no te contengas, vale si es un ida y vuelta....¿lo intentamos?
Algunos de estos elementos pueden ser sintetizados por el propio organismo; los que necesariamente deben ser ingeridos se denominan nutrientes esenciales.
Las grasas, o lípidos, aportan 9 calorías por gramo, mientras las proteínas y los glúcidos aportan 4 calorías por gramo.
Las grasas constituyen en la dieta ideal el 30 a 35% de las calorías ingeridas, mientras que las proteínas constituyen el 10 a 15% y los glúcidos el 50 a 55% del total de calorías ingeridas.
Las grasas se clasifican en saturadas o insaturadas según contengan o no un doble enlace entre dos elementos (ácidos grasos) de su cadena.
Los ácidos grasos saturados (sin dobles enlaces) son casi todos sólidos y de origen animal. Son los que se asocian a las altas cifras de colesterol en el ser humano, causando diversas patologías en relación con la arterioesclerosis.
Las grasas poliinsaturadas son aquellas que cuentan con varios dobles enlaces en la cadena de ácidos grasos. A su vez se les denomina con el nombre de omega, asociando un número, por ejemplo 3 o 6, designando la altura de la cadena en que aparece la doble unión entre los átomos de carbono. Todos éstos suelen ser líquidos y de origen vegetal.
El ácido graso monoinsaturado es el que tiene un solo doble enlace en la cadena de elementos. Se encuentra presente sobre todo en el aceite de oliva y es reconocido como ácido oleico u omega 9. En menor cantidad se contiene en huevos, carne de cerdo y aguacates.
Fuentes y propiedades del ácido oleico
En las últimas décadas se jerarquizó el papel del omega 9 en la dieta, dado que cumple importantes funciones en el desarrollo y actividad del sistema inmunitario, en los mecanismos inflamatorios y en la reparación de tejidos.
Además contribuye en mantener el colesterol en cifras aceptables, sobre todo evitando el aumento de la fracción LDL (colesterol malo), sin disminuir los niveles de HDL (colesterol bueno).
A diferencia del omega 3 y el omega 6, el omega 9 no es un ácido graso esencial, porque el organismo es capaz de sintetizarlo. Sin embargo, frecuentemente la cantidad producida no es suficiente, por lo que ha de complementarse con un adecuado consumo.
Además, en ausencia del omega 3, el omega 9 es capaz de sustituirlo.
El aceite de oliva es reconocido como la estrella dietética de los omega 9, ya que se encuentra constituido en más de un 70% de ácido oleico. Pero también se encuentra en el aceite de canola, en el aceite de maní y en las semillas de girasol.
Otras fuentes la constituyen las paltas, los frutos secos, las nueces, la mantequilla de maní y otras semillas. Si bien el aceite de girasol está constituido principalmente por el omega 6 (en un 70%), en el Cono Sur Americano existe una variedad de girasol que contiene una proporción de omega 9 que alcanza el 85%.
Por razones económicas y geográficas es conveniente recordar que en nuestro país contamos con un aceite de girasol alto oleico, que puede ser una alternativa más accesible que el aceite de oliva.
Cambios con el tipo de dieta
El aceite disponible para el consumo en nuestro país sólo se mantiene estable hasta una temperatura de 200°C, mientras que el aceite de oliva resiste sin alterarse temperaturas más elevadas. Es por este motivo que no se aconseja la utilización de otros aceites para realizar la fritura de los alimentos.
Este aspecto fue considerado en el reciente Congreso Mundial de Cardiología, considerando que para estos casos, cuando lo imponen las demandas de los más pequeños (que apetecen las comidas fritas), es preferible utilizar un aceite omega 9.
Fundamentalmente para los fritos se ha aconsejado prescindir de los aceites que contienen un alto contenido de ácidos grasos omega 6, como es por ejemplo el aceite de maíz, que lo contiene en un 65%, o del aceite de girasol, donde alcanza un 70%.
En ambos casos se corre el riesgo de aumentar el desequilibrio en la ingesta de omega6/omega 3, que se recomienda mantener en una relación de 3 a 1, evitando llegar a los niveles que se han comprobado actualmente, que son de 15 a 1 y hasta de 20 a 1.
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Una dieta equilibrada es una dieta adecuada para aportar los nutrientes necesarios para las demandas de energía del organismo, aportando los componentes plásticos para mantener y reparar sus estructuras, y las sustancias necesarias para regular sus funciones.
Algunos de estos elementos pueden ser sintetizados por el propio organismo; los que necesariamente deben ser ingeridos se denominan nutrientes esenciales.
Las grasas, o lípidos, aportan 9 calorías por gramo, mientras las proteínas y los glúcidos aportan 4 calorías por gramo.
Las grasas constituyen en la dieta ideal el 30 a 35% de las calorías ingeridas, mientras que las proteínas constituyen el 10 a 15% y los glúcidos el 50 a 55% del total de calorías ingeridas.
Las grasas se clasifican en saturadas o insaturadas según contengan o no un doble enlace entre dos elementos (ácidos grasos) de su cadena.
Los ácidos grasos saturados (sin dobles enlaces) son casi todos sólidos y de origen animal. Son los que se asocian a las altas cifras de colesterol en el ser humano, causando diversas patologías en relación con la arterioesclerosis.
Las grasas poliinsaturadas son aquellas que cuentan con varios dobles enlaces en la cadena de ácidos grasos. A su vez se les denomina con el nombre de omega, asociando un número, por ejemplo 3 o 6, designando la altura de la cadena en que aparece la doble unión entre los átomos de carbono. Todos éstos suelen ser líquidos y de origen vegetal.
El ácido graso monoinsaturado es el que tiene un solo doble enlace en la cadena de elementos. Se encuentra presente sobre todo en el aceite de oliva y es reconocido como ácido oleico u omega 9. En menor cantidad se contiene en huevos, carne de cerdo y aguacates.
Fuentes y propiedades del ácido oleico
En las últimas décadas se jerarquizó el papel del omega 9 en la dieta, dado que cumple importantes funciones en el desarrollo y actividad del sistema inmunitario, en los mecanismos inflamatorios y en la reparación de tejidos.
Además contribuye en mantener el colesterol en cifras aceptables, sobre todo evitando el aumento de la fracción LDL (colesterol malo), sin disminuir los niveles de HDL (colesterol bueno).
A diferencia del omega 3 y el omega 6, el omega 9 no es un ácido graso esencial, porque el organismo es capaz de sintetizarlo. Sin embargo, frecuentemente la cantidad producida no es suficiente, por lo que ha de complementarse con un adecuado consumo.
Además, en ausencia del omega 3, el omega 9 es capaz de sustituirlo.
El aceite de oliva es reconocido como la estrella dietética de los omega 9, ya que se encuentra constituido en más de un 70% de ácido oleico. Pero también se encuentra en el aceite de canola, en el aceite de maní y en las semillas de girasol.
Otras fuentes la constituyen las paltas, los frutos secos, las nueces, la mantequilla de maní y otras semillas. Si bien el aceite de girasol está constituido principalmente por el omega 6 (en un 70%), en el Cono Sur Americano existe una variedad de girasol que contiene una proporción de omega 9 que alcanza el 85%.
Por razones económicas y geográficas es conveniente recordar que en nuestro país contamos con un aceite de girasol alto oleico, que puede ser una alternativa más accesible que el aceite de oliva.
Cambios con el tipo de dieta
El aceite disponible para el consumo en nuestro país sólo se mantiene estable hasta una temperatura de 200°C, mientras que el aceite de oliva resiste sin alterarse temperaturas más elevadas. Es por este motivo que no se aconseja la utilización de otros aceites para realizar la fritura de los alimentos.
Este aspecto fue considerado en el reciente Congreso Mundial de Cardiología, considerando que para estos casos, cuando lo imponen las demandas de los más pequeños (que apetecen las comidas fritas), es preferible utilizar un aceite omega 9.
Fundamentalmente para los fritos se ha aconsejado prescindir de los aceites que contienen un alto contenido de ácidos grasos omega 6, como es por ejemplo el aceite de maíz, que lo contiene en un 65%, o del aceite de girasol, donde alcanza un 70%.
En ambos casos se corre el riesgo de aumentar el desequilibrio en la ingesta de omega6/omega 3, que se recomienda mantener en una relación de 3 a 1, evitando llegar a los niveles que se han comprobado actualmente, que son de 15 a 1 y hasta de 20 a 1.
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Algunos de estos elementos pueden ser sintetizados por el propio organismo; los que necesariamente deben ser ingeridos se denominan nutrientes esenciales.
Las grasas, o lípidos, aportan 9 calorías por gramo, mientras las proteínas y los glúcidos aportan 4 calorías por gramo.
Las grasas constituyen en la dieta ideal el 30 a 35% de las calorías ingeridas, mientras que las proteínas constituyen el 10 a 15% y los glúcidos el 50 a 55% del total de calorías ingeridas.
Las grasas se clasifican en saturadas o insaturadas según contengan o no un doble enlace entre dos elementos (ácidos grasos) de su cadena.
Los ácidos grasos saturados (sin dobles enlaces) son casi todos sólidos y de origen animal. Son los que se asocian a las altas cifras de colesterol en el ser humano, causando diversas patologías en relación con la arterioesclerosis.
Las grasas poliinsaturadas son aquellas que cuentan con varios dobles enlaces en la cadena de ácidos grasos. A su vez se les denomina con el nombre de omega, asociando un número, por ejemplo 3 o 6, designando la altura de la cadena en que aparece la doble unión entre los átomos de carbono. Todos éstos suelen ser líquidos y de origen vegetal.
El ácido graso monoinsaturado es el que tiene un solo doble enlace en la cadena de elementos. Se encuentra presente sobre todo en el aceite de oliva y es reconocido como ácido oleico u omega 9. En menor cantidad se contiene en huevos, carne de cerdo y aguacates.
Fuentes y propiedades del ácido oleico
En las últimas décadas se jerarquizó el papel del omega 9 en la dieta, dado que cumple importantes funciones en el desarrollo y actividad del sistema inmunitario, en los mecanismos inflamatorios y en la reparación de tejidos.
Además contribuye en mantener el colesterol en cifras aceptables, sobre todo evitando el aumento de la fracción LDL (colesterol malo), sin disminuir los niveles de HDL (colesterol bueno).
A diferencia del omega 3 y el omega 6, el omega 9 no es un ácido graso esencial, porque el organismo es capaz de sintetizarlo. Sin embargo, frecuentemente la cantidad producida no es suficiente, por lo que ha de complementarse con un adecuado consumo.
Además, en ausencia del omega 3, el omega 9 es capaz de sustituirlo.
Soy periodista de profesión. Poeta y escritor por vocación. Humorista, letrista de murga y un internauta que busca compartir la ilusión de un mundo mejor. Más sano, más puro, sin odios ni rencores. Un mundo, mundo, como debe de ser.
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