Chica feyvi. Adabel y sus admiradores. |
Como era de esperar, había una preponderancia absoluta de hombres. Jóvenes, adultos y ancianos. De saco y corbata, con el casco de la construcción, de remeras de fútbol, con un sin número de tatuajes y piercings o con la 38 reglamentaria en el cinturón. No importaba de dónde venían o si solo pasaban por ahí. Todos con tres o cuatro calendarios en una mano, la otra con la cámara o el celular prontos para disparar y una sonrisa difícil de disimular. Pero también había madres con sus niñas, mujeres adolescentes y la infaltable abuela que le brinda un discurso moralista sobre los valores y las buenas costumbres a todo el mundo, incluso al personal de seguridad.
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