Cultural
Novela de Andrea Blanqué
Asuntos revelados
Mercedes Estramil
BEBIDA Y LITERATURA han sido desde siempre grandes compañeras, con relaciones que oscilan desde el apoyo inspirador a la pasión destructiva. El vino, el whisky y otros licores han colaborado en la biobibliografía de muchos escritores, de Dostoievski a Edgar Allan Poe, de Malcolm Lowry a John O`Brien, de la Generación Perdida estadounidense al uruguayo Juan Carlos Onetti. Aunque las excepciones, entre otras, de una Carson McCullers o una Marguerite Duras no pasaron desapercibidas, en general ese diálogo entre el alcohol, la vida y la escritura, ha sido masculino y público. La última novela de Andrea Blanqué (n. 1959) mueve esos parámetros y hace del alcohol, en principio, un asunto de fascinación femenina y privada. Fragilidad es la historia de Anya, una treintañera de clase media, casada, que cada noche luego de acostar a sus hijos y en la soledad de su cocina, se pone a beber vino barato. En parte el modelo es flaubertiano: se trata de una Madame Bovary, pero contemporánea y uruguaya, hundiéndose para buscar la salida a una vida que siente anodina y vulgar.
UNA COCINA DIFERENTE. La primera transgresión tiene que ver con eso: utilizar el ámbito femenino por excelencia para un ritual oculto que es visto como un vicio, una adicción o una enfermedad. Por eso están las imágenes sui generis, por ejemplo cuando compara su vida con una torta de puerros o zapallitos de la que ha cortado porciones para todos, y lo esperable socialmente es que luego de alimentar a los demás ella también disfrute la porción restante. Pero detrás de la torta de zapallitos está el tetrabrick.
Al comienzo sin testigos ni con efectos visibles (Anya no se embriaga, no vomita ni arma escándalos), la bebida se infiltra incluso en el léxico que la protagonista utiliza para narrar. El verbo "trasegar", a menudo asociado a la industria etílica, aparece contaminando otros contextos: niñas que trasiegan con bebés de juguete, revolucionarias que trasiegan la ciudad cargadas con armas, Anya que trasiega con tampones, etc.
La segunda transgresión consiste en la paulatina visibilización del problema, y trae consecuencias decisivas. En principio Anya sale de noche a recorrer la ciudad y recala en uno de esos boliches en extinción, con anfitriones gallegos y parroquianos al mostrador. En ese ambiente donde la entrada de una prostituta es normal, la de una señora sola y bien vestida provoca que algo se desacomode. Allí comienza propiamente no sólo un episodio adúltero determinante, sino el viaje iniciático de su otra vida.
En un segundo paso Anya bebe frente a su mejor amiga, Leda, y redescubre el placer de tocar la guitarra y cantar. El tercero tiene lugar en una situación social y propicia la desinhibición pública, el cruce de la raya y la única catarsis agresiva de Anya hacia otros, dirigida contra el entorno bancario y publicitario para el cual trabaja. Curiosamente, esa instancia que expone su crisis ante el mundo laboral y familiar, no la provoca el vino solitario ni la cerveza del adulterio, sino el champán de la prosperidad. A su modo, todos esos líquidos son liberadores de algo, como lo será el agua del río Uruguay al final de la novela.
Blanqué trabaja este material resbaloso midiendo cada párrafo, palabra, coma y silencio. La prosa acompasa la sensación que provocan las bebidas ingeridas (de la calma triste del vino a la euforia falsa del champán), pero sin perder el tono de sobria reflexión y con una manifiesta claridad expositiva. La historia es oscura como toda historia, pero la narradora transmite esa seguridad de los borrachos viejos y sabios para decir y repetir la anécdota lentamente y que lo esencial de la misma siempre llegue. La soledad y la desesperación se tramitan aquí con una contundencia expresiva que todavía no estaba en La pasajera (2003) donde otra treintañera, también madre de dos hijos y ya divorciada, soportaba la vida escribiendo un diario íntimo que sólo al ser leído por otro, al hacerse público, determinaba cambios en su vida. Fragilidad toma elementos de aquel libro, pero trabaja con ellos desde otra sutileza y peso.
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