Alguien que vino a quedarse en Puntas del Sauce Verde
Durante nueve meses el tipo estuvo recibiendo consejos habidos y por haber, de gente experta, de gente que mira con aire de “¡si sabré de estas cosas!”, “te lo digo yo que ya pasé por esto varias veces”. Sucede que el tipo deslizó como al pasar...
- Mi mujer está embarazada...
Y todos los eruditos del tema “panza hinchada” o “cocina de humo”, como le llama la mersa, empezaron a filosofar abiertamente y a dar consejos sobre el particular.
- A los hijos es lindo hacerlos, pero...¿tenerlos?, ¡mff!.
- Ya vas a ver, una cosa son en la panza, todo rico, pero, cuando nacen, ¡ahí te quiero ver!, ¡hay que bancarlos!. No te dejan dormir de noche, los tiempos de ellos son distintos a los nuestros, lloran a cualquier hora. Agradecé que te salga sanito, si llega a salir con algunas nanitas, los remedios te comen por una pata...
Durante largo tiempo el hombrecillo junta juicios tremebundos sobre la paternidad. Tanto, que llega a preguntarse si no habría cometido un crimen de lesa humanidad, ¿qué hice?, ¿será un castigo ser padre?
Cuando el hombre se repone del pregón de los heraldos negros y todo comienza a marchar viento en popa, sale a caminar con su señora. Ella camina mostrando con orgullo su panza, resoplando a veces cuando hay que subir escaleras o por las dimensiones que va tomando su cintura. Y se encuentra con otro grupo de expertos en las artes adivinatorias que al verla llegar le dice...
- Por la redondez de tu panza va a ser nena...
- Para mi que es varón, mirá las manchas que tiene en la cara esta mujer...
- Si orinás fuerte, es varón, si lo hacés flojito, es nena, acordate lo que te digo.
- Mostrame las manos. Si te quedan blancas sobre los nudillos es nena, si te quedan más oscuritas, es varón.
- Mirá, por la fecha que te dieron, es nena, esa luna es de mujer..
Tanto juicios emiten los expertos, con tal firmeza y conocimiento de causa, que al final le dice a su señora.
- En la próxima ecografía que te hagas, preguntá si es nena o varón, ¿viste?
El embarazo llega a su término, es cuestión de nacer, como quien dice. El hombre se apresta a vivir el momento como algo supremo, que le pasa a todo mortal en estas circunstancias, pero, recibe otra andanada de...
- ¿vas a entrar al parto?, con la pinta de flojo que tenés... no te aconsejo.
- Yo garanto que salís disparando
- O se desmaya, apenas vea sangre...
La duda empieza a carcomerlo, pero tiene que cumplir como un oriental. Presencia el parto, ayuda a su señora a pesar de esa duda creada por los excepticos tanto que en lugar de preguntarle a ella cómo estaba, es ella quien le pregunta cómo se encontraba.Pero, sobrevive al parto.
Por suerte para la pareja sale todo bien. Padre, madre e hijo se van para su casa a vivir momentos en familia, aunque...
- Ya te veo ir al trabajo con unas ojeras...
- ¿Vos querías un hijo?, ¡ahora vas a saber lo que es ser padre!
Quiso la mala suerte que el padre se pescara una gripe de aquellas, y en lugar de ser el hijo quien no lo deja dormir, es él con su tos el que no deja dormir a su hijo. El gurrumín mira a su progenitor con ojos resignados, como diciendo... “Y éste me tocó en el reparto?”.
Después, están también las confusiones... La madre que termina de utilizar todas las toallitas post parto y le pide al marido que vaya a la farmacia..
- Pero, traeme un adherente común...
Allá va el flamante papá y al llegar hay un clientela toda femenina.
- ¿Qué desea, señor?
- Un adherente.
- ¿una curita, señor?
- No. Un adherente femenino...
- Todas las damas presentes comienzan a mirarlo esperando que en cualquier momento quiebre la muñeca, como mozo sin bandeja. Papi resiste a pie firme tantas miradas adversas y dice fuerte para que lo oigan...
- Lo que pasa es que estoy con pérdida...
- ¿Con pérdida?
- Si, comi un guiso de poroto anoche que...
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