Uno se queda esperando la décima segunda campanada. Bebe un trago largo, mastica con fruición y mirea nervioso su reloj. Los parientes están alli, la familia no cesda de hablar y un másgico poder lo posesiona. Uno es capaz de curar, de sanar, de transformarse en el Dios de la noche, en multiplicar los panes y los peces. Es capaz de gestos que van de querer a todo el mundo, en detener las guerras, en cambiar a los gobernantes, a los empresarios, en dotar a los soldados de fusiles que lanzan flores. Todo esto y mucho más puede la Navidad, lástima que dura 12 campanadas, lástima que simplemente, comemos, la bebemos y nos abrazamos y besamos. Lástima que somos tan buenos por un ratito. Si la Navidad fuera todos los días, si amaramos al projimo todos los días, si fueramos buenos 365 veces en el año, la NAVIDAD TENDRÍA EL SENTIDO que debería tener, pero, por ahora, sirvbe para un brindis, un pan dulce y buenos augurios, que ya mañanas nos olvidamos que los hicimos, ¡y entonces?
- camaca -
miércoles, 24 de diciembre de 2008
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