El misterioso padre del terror
A dos siglos del nacimiento del escritor estadounidense, Páginas de Espuma publica una nueva edición de sus Cuentos completos, en la que cada uno de los 67 relatos es comentado por un escritor iberoamericano. El libro muestra la vigencia de un creador cuya figura, romántica y atormentada, estuvo rodeada hasta la muerte de sombríos enigmas
Por Eduardo Berti) .- La existencia y la muerte de Edgar Allan Poe estuvieron rodeadas de un misterio comparable al de algunos de sus mejores cuentos, aquellos que muestran "la cara nocturna de la vida", según dijo el mexicano Carlos Fuentes, y que parecen provenir del "tétanos del alma", como afirmaba Artaud.
De su muerte, ocurrida el 7 octubre de 1849, no hay una versión fehaciente. Poe había finalizado una gira por los Estados Unidos con el objeto de reunir dinero para fundar una publicación propia, cuando viajó a la ciudad de Baltimore. A partir de ese momento la crónica queda envuelta en la bruma. Hay quien aseguró haberlo visto el 3 de octubre, delirante y angustiado por las calles de Baltimore. Hay quien tejió la teoría de que fue emborrachado por agentes electorales que deseaban inducirlo a votar varias veces por un mismo candidato. Se han dado las explicaciones más encontradas: Poe fue asesinado, Poe sufrió una hipoglucemia o un ataque de epilepsia, Poe murió de una sobredosis de drogas, Poe tenía sífilis, Poe estaba deprimido y quiso suicidarse. Los últimos años no habían sido especialmente gratos. Tras la muerte de su prima y esposa Virginia Clemm (con quien se había casado en 1836, cuando ella apenas tenía 13 años), había intentado en vano dejar de beber para, de paso, satisfacer así los deseos de Sarah Whitman, una poeta viuda que lo atraía. No lo logró, ni siquiera uniéndose a una sociedad llamada Los Hijos de la Temperancia.
Con respecto a su nacimiento (del que en breve han de cumplirse dos siglos), suele fijarse como fecha el 9 de enero de 1809, pese a que no existe ningún certificado oficial y pese a que varias biografías publicadas en el siglo XIX indicaban 1811, seguramente a raíz de un breve texto que Poe redactó en 1842 para una antología a cargo del editor y crítico Rufus W. Griswold, texto donde también indicaba que su abuelo paterno, David Poe, había sido general e íntimo amigo de Lafayette. Tal parece que, en verdad, había sido carpintero y recibió un título honorífico de general por haber donado dinero al ejército.
Los padres de Poe eran actores de teatro ambulante. Solían representar a Shakespeare. La madre murió cuando Edgar tenía apenas dos años de edad. Con respecto al padre, no queda del todo claro si se marchó o si murió casi al mismo tiempo que su esposa. De cuidar y educar a Edgar se encargó el matrimonio Allan, una acaudalada familia de Richmond, Virginia. A partir de ese momento, el apellido Allan se agregó, como una cuña, en medio de su nombre y la orfandad lo marcó para siempre.
Precoz poeta, a Edgar le gustaba emular a Byron y no hubo muchacha de Richmond que no recibiera uno de sus versos, sin excluir su primer amor imposible, Jane Stanard, la joven madre de un amigo, que murió muy joven (como la madre de Poe, como su madre adoptiva: Frances Allan) y dejó en el enamorado un recuerdo indeleble que reaparece en numerosos personajes femeninos enfermizos o al borde de la tumba.
Con su paso fugaz por la Universidad de Virginia empezaron el alcohol y la vida aventurera. Se alistó también fugazmente en el ejército como soldado raso (dijo llamarse Edgar A. Perry y se agregó 4 años de edad), rompió con los Allan, o mejor dicho, con su padre adoptivo John, y se volcó al periodismo y a la crítica literaria para sobrevivir.
El dinero fue una de las razones por las que, tras sus comienzos poéticos, incursionó en la prosa. Suele decirse que 1831 fue un año clave o de transición: se mudó a Baltimore y empezó a esbozar poemas y relatos donde la muerte y la locura, por no decir el terror a ambas, son el tema principal. Un periódico de Filadelfia publicó en 1832 su primer cuento, "Metzengerstein". Son palpables al principio las influencias de la literatura gótica, del siempre nombrado E. T. A. Hoffmann y del llamado "romanticismo oscuro". Pronto y sin dejar de satisfacer el gusto masivo de su tiempo, que tendía hacia lo lúgubre, fue afinando su sello personal y forjó una poderosa obra cuentística en la que sobresalen textos inolvidables como "Manuscrito hallado en una botella", "El corazón delator" o "El escarabajo de oro".
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