lunes, 23 de mayo de 2011

Cupido mujiquizado









Quién no conoce en nuestro país la historia de aquel desprolijo autito, al que en el norte llamaban Herbie, y por estos lares simplemente...Pepe. Visceral, cambiante, contradictorio, aquel fusca, porfiado, capaz de señalar que, “como te digo una cosa, te digo otra”, todos siempre pensaron que, en el pueblo automotor, fue quien inventó el signo de interrogación con el humo de su caño de escape, porque realmente aseguraba, y era capaz de inmolarse que los repechos había que subir en tercera, y cuando todos se alineaban detrás suyo, metía quinta quemando aceite como loco...

Al Herbie o Pepe, ¿quien no lo recuerda y sonrie?, ¿quién no se emocionó un poco con sus aventuras?. Así llegó a la Presidencia del Automovil Club de Puntas del Sauce Verde, sincero, imprudente, simpático, dando esa sana envidia de un rodado bien rodado, con muchas huellas de camino, con mucha tierra, mucha ruta y con esa sabiduria de los motores todo terreno, que tanto le gusta dar vueltas por un arrabal como por Gorlero, parar en una pensión como en un Cinco Estrella.

Los intelectuales señalaban que Gordon Buford fue el que le hizo el libreto original, pero un tipo como el Herbie (Pepe para los amigos) no se encorsetaba en un parlamento ajustado, rígido, inmodificable

Herbie fue originalmente de color blanco, pero después anduvo haciendo cosas medias alejada a ese color, y pagó por ello. Pero, la vida da revancha y luego escribió otra historia hasta el presente. Hace unos años, no muchos, decir que el Herbie era medio contradictorio, un tanto cambiante, era pelearse con la gran mayoría de los rodados del pueblo que lo tenían en un pedestal, pero ahora, quien no discrepa con él, es porque no le funciona la biela...

En el Automóvil Club, que preside Herbie, se produjo un desconcierto cuando la Comisión asesora elaboró un proyecto impulsado por el susodicho. El tema era así, se tenía que anular una norma que impedía llenar el tanque de nafta. Herbie encomendó a esa Comisión a realizar un reglamento para poner en practica, en tanto que juró y que perjuró que no iba a intervenir para nada y que como Presidente no iba a vetar lo resuelto. A escasos días de aprobarse el nuevo reglamento fue a la Comisión y les dijo a sus miembros que no aprobaran eso, porque iba a pasar por arriba de camiones y tractores. Se armó la de San Quintín, muchos se pusieron a deshojar la margarita, después la rosa y la magnolia. Se miraban al espejo, pasaban por los lavaderos, cambiaban aceite, balbulina, pero al final de cuenta entendían que no eran ellos que habían cambiado el panorama, sino que era Herbie.

Unos pensaron que a Herbie había que cambiarle algunas juntas, que estaba pistoneando raro, había que ajustar el cilindro y que tenía el cigüeñal doblado. Lo que andaba bien era de freno, porque apena lo apretó y todo el mundo se salió de sus asientos, ¡que zafarrancho.

En el taller mecánico mucho pensaban que Herbie estaba engualichado, que le habian hecho un sortilegio, una brujeria, que sufría de espamo que había que exorcisarlo porque tenía adentro, habitando en su interior a varios demonios o personalidades que se peleaban y quien ganaba en esos momentos era la que emitía la voz de Herbie con el pensamiento de ese instante....

Y en la Comisión como en el tango, faltando un minuto estaban cero a cero, porque el Sedán Proni, fiel hasta no dar mas, mas pepista que el pepe, dijo que él, le hacia caso a Herbie y que no iba aprobar eso, por un tema de conciencia...con ciencia le pidió que actuara Herbie luego, porque volvió a meter un cambio que despistó a todo el mundo de nuevo, cuando pidió que se votara el nuevo reglamento olvidándose por un momento de camiones y tractores. Pero el Sedan Proni dijo que era derecho y humano (de metal, pero humano al fin) y que no iba a cambiar su voto.

En tanto el resto de los seguidores de Herbie se habían vuelto shakesperianos, leyendo y releyendo Hamlet, “ser o no ser, esa es la cuestión”, repetián sin cesar, y no fueron nomás, porque la reglamentación no salió y camiones y tractores ni se enteraron de tanto alboroto.

La popularidad de Herbie cayó estrepitosamente, pierde seguidores, pierde aceite, pierde nafta, pierde rueda, y pierde la noción de por donde tránsita. Dicen que dentro de poco hay que renovarle la patente a Herbie, y muchos ya están pensando, que él, que siempre defendió que la patente se debe de sacar en el departamento en que se vive, ahora la quiera sacar en Flores o en Colonia....

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flamencos

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ustedes se la pasan haciendo piquitos

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