En "Abaddón, el Exterminador", dolorosa confesión de un creador de nuestro tiempo, Ernesto Sabato descubre su alma y desnuda la realidad. Suerte de gigantesco pulpo, "Abaddón" extiende sus tentáculos en todas direcciones y conforma un exitoso intento de captar la realidad que es infinita en una obra que sugiere el infinito. La obra de Ernesto Sabato debe ser ubicada en el contexto de la tradición antirracionalista de Occidente, que iniciara el romanticismo alemán y culminara el surrealismo. Al frecuentar las potencias irracionales, todo gran novelista revela ser poeta en el sentido de vate o visionario y ello confiere valor trascendente a su creación. En un mundo desacralizado, en que Dios es cuestionado o ha dejado de existir, la novela, y el arte en general, se convierten en instrumento de salvación. "Abaddón, el Exterminador", última ficción de Sabato, sella la trilogía que iniciara "El túnel" y prosiguiera "Sobre héroes y tumbas" y expande la metáfora del "Informe sobre ciegos". Novela ''total'', "Abaddón" engloba a las otras dos y se abre al mundo ''real''. La presencia del autor, convertido en personaje, contribuye a la fusión de los planos de la realidad y la ficción. Su ingreso en la novela es una verdadera innovación: no juega el papel de mero testigo sino que es un personaje más, existiendo con los otros en el mismo plano ontológico. Hay dos Sabatos: el personaje relativizado que muere en la visión de Bruno Bassán y el poeta que le sobrevive, convertido en monstruo, identificado con las fuerzas del mal. "Abaddón, el Exterminador" es el fiel exponente de la inmersión del creador en las fuerzas tenebrosas y de su gradual avasallamiento. Retoma la visión, subyacente en el "Informe", de la creación poética entendida como desborde de lo irracional. Pero en "Abaddón" se profetiza el devastamiento de toda una civilización. Evocando la fisura del quinto ángel vengador del Apocalipsis según San Juan, la novela reitera la apertura del séptimo sello. Anuncia el crepúsculo de la civilización occidental y el advenimiento de una era espiritualmente superior. "Abaddón" resulta asi una esclarecedora metáfora de la amenazante condena, por un lado y del proceso creador por el otro.
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