Entre gritos de euforia, se inauguró con éxito la poderosa "máquina de Dios"
Es un gran acelerador de partículas que ayudará a descifrar los orígenes del Universo.
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ALEGRIA. AYER, EL CENTRO DE CONTROL DEL COLISIONADOR DE HADRONES EN GINEBRA ERA UNA FIESTA POR EL BUEN COMIENZO.
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No explotó la Tierra, ni se la tragó un agujero negro. Por el contrario, gritos de euforia de los científicos celebraron ayer, cerca de Ginebra, la puesta en marcha del Gran Colisionador de Hadrones (LHC, su sigla en inglés), el mayor acelerador de partículas del mundo, con el que se busca dar respuesta a las grandes preguntas sobre el origen del Universo.A cien metros de profundidad bajo inmensos campos de girasoles, a las 9.33 hora europea, un haz con mil millones de protones recorrió un túnel circular de 27 kilómetros de largo en la dirección de las agujas del reloj, y luego lo hizo en sentido contrario. Tras la inyección del primer haz, se necesitaron cinco segundos para obtener datos. Frente a las pantallas, los cerca de 500 físicos y técnicos que estaban en la sala de control del Consejo Europeo para la Investigación Nuclear (CERN) estallaron en aplausos y gritos de alegría.La "máquina de Dios", como se la llamó, es un gigantesco proyecto internacional que se inició formalmente en 1996 y en el que participaron alrededor de 6.000 físicos e ingenieros, entre ellos 8 argentinos.En las próximas semanas, los rayos serán enviados en ambas direcciones al mismo tiempo, para provocar la colisión de partículas. Y, más adelante, el LHC irá aumentando su potencia para alcanzar velocidades cercanas a la de la luz. La directora del proyecto, Lyn Evans, se negó a aventurar una fecha. "El LHC es su propio prototipo, por lo que es difícil decir cuánto tiempo tomará --explicó--. Lo que pasó esta mañana es un muy buen augurio".Las colisiones de protones que se provocarán en el interior del LHC producirán brevemente una temperatura 100.000 veces superior a la del Sol, y deberían permitir detectar partículas elementales que no se han podido observar hasta hoy. Se espera que las altísimas energías aplicadas permitan recrear, durante una fracción de segundo, el estado del Universo durante la primera cienmilésima de segundo tras el Big Bang, es decir, el nacimiento del Universo hace 13.700 millones de años. Las colisiones podrían crear también pequeños agujeros negros, que los científicos aseguran no implicarán ningún peligro, debido a su efímera presencia.Muchos de los investigadores que intervinieron en el proyecto participaron el martes por la noche de la convocatoria de otro físico del centro, el ruso Andrei Lougimov, quien organizó una "fiesta del final del mundo" en un conocido bar de Ginebra. Lougimov aprovechó la excusa de una denuncia interpuesta ante la Justicia internacional para que se frenara el experimento, porque éste iba a provocar un agujero negro que engulliría todo el Universo. Más de 200 personas brindaron, bebieron y se divirtieron a costa de la ingenuidad y el miedo de otros. "Quise quitarle peso y reírnos de los catastrofistas", comentó Lougimov."Me parece irresponsable generar temores con esto --afirmó el director del CERN, Rolf Dieter Heuer--. Desde hace miles de millones de años, la naturaleza hace lo que intentamos imitar en el LHC. La existencia de la Tierra, el Sistema Solar y todo el Universo son para mí la mejor prueba".
Es un gran acelerador de partículas que ayudará a descifrar los orígenes del Universo.
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No explotó la Tierra, ni se la tragó un agujero negro. Por el contrario, gritos de euforia de los científicos celebraron ayer, cerca de Ginebra, la puesta en marcha del Gran Colisionador de Hadrones (LHC, su sigla en inglés), el mayor acelerador de partículas del mundo, con el que se busca dar respuesta a las grandes preguntas sobre el origen del Universo.A cien metros de profundidad bajo inmensos campos de girasoles, a las 9.33 hora europea, un haz con mil millones de protones recorrió un túnel circular de 27 kilómetros de largo en la dirección de las agujas del reloj, y luego lo hizo en sentido contrario. Tras la inyección del primer haz, se necesitaron cinco segundos para obtener datos. Frente a las pantallas, los cerca de 500 físicos y técnicos que estaban en la sala de control del Consejo Europeo para la Investigación Nuclear (CERN) estallaron en aplausos y gritos de alegría.La "máquina de Dios", como se la llamó, es un gigantesco proyecto internacional que se inició formalmente en 1996 y en el que participaron alrededor de 6.000 físicos e ingenieros, entre ellos 8 argentinos.En las próximas semanas, los rayos serán enviados en ambas direcciones al mismo tiempo, para provocar la colisión de partículas. Y, más adelante, el LHC irá aumentando su potencia para alcanzar velocidades cercanas a la de la luz. La directora del proyecto, Lyn Evans, se negó a aventurar una fecha. "El LHC es su propio prototipo, por lo que es difícil decir cuánto tiempo tomará --explicó--. Lo que pasó esta mañana es un muy buen augurio".Las colisiones de protones que se provocarán en el interior del LHC producirán brevemente una temperatura 100.000 veces superior a la del Sol, y deberían permitir detectar partículas elementales que no se han podido observar hasta hoy. Se espera que las altísimas energías aplicadas permitan recrear, durante una fracción de segundo, el estado del Universo durante la primera cienmilésima de segundo tras el Big Bang, es decir, el nacimiento del Universo hace 13.700 millones de años. Las colisiones podrían crear también pequeños agujeros negros, que los científicos aseguran no implicarán ningún peligro, debido a su efímera presencia.Muchos de los investigadores que intervinieron en el proyecto participaron el martes por la noche de la convocatoria de otro físico del centro, el ruso Andrei Lougimov, quien organizó una "fiesta del final del mundo" en un conocido bar de Ginebra. Lougimov aprovechó la excusa de una denuncia interpuesta ante la Justicia internacional para que se frenara el experimento, porque éste iba a provocar un agujero negro que engulliría todo el Universo. Más de 200 personas brindaron, bebieron y se divirtieron a costa de la ingenuidad y el miedo de otros. "Quise quitarle peso y reírnos de los catastrofistas", comentó Lougimov."Me parece irresponsable generar temores con esto --afirmó el director del CERN, Rolf Dieter Heuer--. Desde hace miles de millones de años, la naturaleza hace lo que intentamos imitar en el LHC. La existencia de la Tierra, el Sistema Solar y todo el Universo son para mí la mejor prueba".
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