sábado, 9 de febrero de 2008

El que sembraba pescado en el campo


El que sembraba pescado en el campo
Esto sucedió muy lejos de aquí, en Puntas del Sauce Verde, en plena veda de pesca. El tipo daba la imagen que decía Joaquín Sabina en su canción, “con la gorra calada al estilo del Che”. Era un rubio fortachón, cuestionador, duro de boca, como quien dice. Un rebelde, vaya uno a saber de qué causa. “La tierra es para el que la trabaja”, decía, pero tenía un chircal al lado de su rancho, que podía pasar lo más bien por una postal del Amazonas. La tierra para el que la trabaja compañero, pero eso no implica que yo no tenga mi tierra ahora, algún día la voy a trabajar, intenciones tengo, decía el rubio de la consigna. Durante años repitió que era cañero, que cortaba caña a destajo. Quienes lo conocían la única caña que lo vieron cortar fue con mandarina en los boliches…
“Puntas del Sauce Verde, da para todo”, dijo un viejo sindicalista, cuando vio, en plena veda de pesca, manifestarse aquel rubio, que tantas veces pregonó la reforma agraria, criticó a los partidos de izquierda por su blandura y sostuvo que Zabalza no era más que un llorón que lloraba y lloraba, sólo él era bueno de verdad.
La gente de la costa no lo tenía visto, pero el hombre juró y perjuró que era pescador y que si andaba un subsidio en la vuelta a él también le correspondía. ¿Pescará peces con lana?, ¿maíz con aletas?, se preguntaban los pescadores. El rubio era campesino y pescador, sembraba pescados en el campo como ninguno. Mientras sacaba un cucharón de la olla popular de los pescadores para su plato exclamó: “El pescado es para el que lo pesca, habrá agua para todos o no habrá agua para nadie, pesca o subsidio, compañero, la lucha continúa”.
Como estaba rico el guiso, nadie quiso contradecirlo, por las dudas que le asentaran mal los cucuzú…

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ustedes se la pasan haciendo piquitos

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