jueves, 11 de diciembre de 2008

Saramago: "Obama nunca olvidará lo que han sufrido los suyos"

"Estoy con un nuevo libro, hoy he escrito la primera página", dice el escritor portugués en una nueva entrevista a fondo a 10 años de alzarse con el Nobel de Literatura. "La injusticia y el abuso de autoridad sobre el individuo son los motores de mi obra", sentencia.

Por: Xavier Ayén. Especial La Vanguardia y Clarín

LITERATURA Y POLITICA. "Éste es uno de mis libros menos políticos, pero es una metáfora de la vida", reflexiona el escritor luso.

José Saramago, a sus 86 años, ha vuelto a la vida. Tras haberle visto la cara a la muerte, según propia confesión, a causa de unas neumonías sucesivas, lo primero que hizo al llegar a casa el pasado febrero, tras unos meses de hospital, fue ponerse a escribir. En agosto ya le había salido "El viaje del elefante" (Alfaguara), una crónica épico-humorística del recorrido que realizó Salomón, un elefante propiedad del rey de Portugal que, en el siglo XVI, fue regalado al archiduque Maximiliano de Austria, por lo que tuvo que viajar de Lisboa a Viena, pasando por Lisboa, Valladolid, Roses, Génova...

El libro acompaña al paquidermo y a su cornaca, Subhro, así como a los ejércitos portugués y austriaco que lo custodian, por su hiperbólica ruta. Saramago recibió el pasado sábado en su casa de Lisboa a este diario, y nos mostró la futura sede de su fundación, la impresionante Casa dos Bicos, en el barrio de Alfama, un monumento nacional que se va a salvar de la ruina gracias al Nobel.

¿Escribir este libro ha sido también épico, como el viaje del elefante?

Tenía 40 páginas hechas antes de caer. En todo el tiempo que estuve enfermo, casi un año, no escribí pero estuve pensando en el libro, le decía a los doctores: 'A ver si no voy a poder acabarlo...' Cuando finalmente llegué a casa, pesaba tan solo 51 kilos, estaba muy debilitado pero, contra todo pronóstico, a las 24 horas ya estaba escribiendo como un poseso. Es algo muy bonito y gratificante que, a pesar del estado deplorable en que me hallaba haya encontrado fuerzas para escribir. Más sorprendente todavía es que me haya salido un libro tan humorístico. ¿Cómo es posible que, habiéndole visto la cara a la muerte, este sea mi libro más divertido, el único en que el humor está presente en cada página? No fue premeditado, es como si el libro hubiera querido ser escrito de ese modo. Nada de mi horrible experiencia ha pasado a él, ni siquiera un leve detalle.
Hoy se conmemoran a la vez los 60 años de la declaración de derechos humanos y los diez años de la concesión de su premio Nobel...

La declaración de derechos humanos no se cumple, es papel mojado. A pesar de eso, no existe un movimiento internacional capaz de oponerse a los intereses poco claros de nuestros gobiernos. Un cambio de política haría mejorar las cosas, yo no soy fatalista. Pero los medios de comunicación deben denunciar, asumir su parte de responsabilidad en la mejora del planeta. No creo eso de dejar el peso del cambio a los jóvenes, educados como están en un hedonismo irresponsable. El trabajo de hoy debemos empezarlo hoy. ¿Cómo van a tener esperanza de cambio los jóvenes si los adultos hacemos dejación de nuestras responsabilidades? Somos todos nosotros, hoy, los que hemos de cambiar las condiciones de vida. Si lo hacemos, si luchamos por ello, tal vez los jóvenes quieran imitarnos, pero si nos quedamos quietos seguro que ellos tampoco lo harán. Las vías de lucha están hoy neutralizadas y hay que revivir el espíritu critico. El fracaso del capitalismo financiero, hoy tan obvio, debería ayudarnos a la defensa de la dignidad humana por encima de todo. Vemos que todos los gobiernos inyectan miles y miles de millones a los bancos, ¿de dónde sale ese dinero? ¿no decían que no había dinero para solucionar los problemas básicos del mundo? ¡Jamás se han gastado tanto dinero en nada! Si son los bancos los que tienen problemas, el dinero público -que es nuestro- crece y se multiplica. ¿Por qué no salimos a la calle a denunciarlo? Si es Cuba la que sufre una catástrofe natural, como recientemente, EE.UU. le da 100.000 dólares de donación, que por supuesto el gobierno cubano rechazó. Hay que pensar en los derechos humanos, exigir que se cumplan, lo dije hace diez años en Estocolmo, en mi discurso del Nobel, muy criticado porque me dijeron que aquel no era el lugar ni el momento, pero le confesaré que, al volver a mi asiento, la misma reina de Suecia me susurró: 'Alguien tenía que decirlo'.

¿Y el Nobel? ¿Le cambió la vida?

Sí, pero en el mismo sentido en que ya la llevaba, es decir, intensificó mi tendencia a intervenir en cuestiones sociales y políticas. Lo importante es que no ha cambiado la persona que soy. Si quiere, puede contrastar ese dato con mis amigos y mi esposa.

Pero le ha hecho, por ejemplo, frecuentar a muchos mandatarios...

No, no, no me gustan los pasillos del poder, y hay políticos a los que me niego a ver, como al mismo presidente de Portugal, que, cuando era primer ministro, censuró una de mis novelas.

¿Y su relación con Fidel Castro? Usted publicó una dura carta abierta contra su política, que se titulaba 'Hasta aquí hemos llegado'...

Ante el fusilamiento de tres chicos, escribí ese texto. Me afectó mucho, después me invitaron a ir a la isla, acepté y, allí, repetí mis argumentos contra la pena de muerte. Podía haber sido una ruptura pero la verdad es que los cubanos no quisieron romper conmigo, ni yo tampoco con ellos, y me aceptaron con esas críticas incluidas. No estoy peleado con Cuba, es una diferencia seria que he tenido con alguien de mi propia familia.

Siguen coleando sus declaraciones a favor del iberismo -la unión de España y Portugal- pronunciadas hace tres años...

Lo que demuestra que, se quiera o no, el tema está vivo. Me han llamado de todo, traidor a la patria... pero yo creo que eso, un día, sucederá. Fíjese en el dibujo de España sin Portugal, le queda una forma un poco rara, estéticamente no es gran cosa. España sufre un complejo de amputación pero nosotros, los portugueses, todavía sentimos temor a Castilla (que no a Galicia o Catalunya), así que no sucederá mañana, pero sucederá, de un modo que no nos hará perder, por supuesto, nuestra lengua ni nuestra cultura.

¿Le da esperanza Obama?

Siempre tengo esperanza, porque todos vivimos de ella. Pero también recuerdo que Kennedy o Tony Blair se presentaban como esperanzas y luego se rieron de nosotros, especialmente Blair. El caso de Obama es diferente porque es negro e inteligente y, por esas dos razones, creo que nunca olvidará lo que han sufrido los suyos durante siglos. Si es capaz de ampliar ese sentimiento y extenderlo a toda una serie de injusticias, se producirá una gran rectificación de la política de EE.UU. en el mundo. Yo hace mucho que no voy a EE.UU., un país en el que en el aeropuerto la policía te copia el disco duro de tu ordenador. Eso es algo que me consta que están haciendo y que yo tengo el derecho de considerar intolerable.

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ustedes se la pasan haciendo piquitos

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