jueves, 17 de enero de 2008

Las bacanales



Eran fiestas en honor a Baco (Dionisio), dios del vino. Baco era hijo de Júpiter y de la princesa tebana Sémele. Fruto de esos extraños romances entre dioses y mortales, tan frecuentes en la mitología greco-latina.
Embrazada, Sémele es víctima de una trampa de la diosa Juno y muere en el palacio devorada por un incendio provocado.
Júpiter llama a Vulcano para que salve al hijo que aún latía en el vientre de Sémele. Baco logra sobrevivir y es entregado a Macris. De pequeño pasa su vida lejos del Olimpo, en una bella y lejana ciudad de la Arabia, probablemente, también en la India. Fue cuidado y educado por las ninfas, educación que completó luego Isleño.
Ya hombre Baco conquista las Indias con un extraño ejercito de hombres y mujeres que en lugar de armas de guerra llevaban tirsos y tambores.
Su regreso fue celebrado con una marcha triunfal, celebración que se prolongó por varios días.
Baco se traslada a Egipto donde entre muchas enseñanzas planta grandes viñedos por lo que desde entonces es adorado como el Dios del vino.
Baco peregrina por el mundo interviene en guerras y crecen los cultos en su nombre. Se dice que fue el primero en crear una Escuela de Música. Y en su nombre se hicieron las primeras representaciones teatrales que se tenga memoria.
Las fiestas en honor a Baco eran conocidas como las bacanales. Eran precedidas por el propio Dios del Vino y su cortejo compuesto, entre otros, por ninfas y sátiros. Eran escandalosos, gritaban desaforadamente y hacían sonar ruidosamente todos los instrumentos habidos y por haber.
Dicen que al principio de las bacanales, las mujeres se internaban en los bosques profundos celebrando ritos misteriosos. Con el tiempo, fueron admitidos los hombres, y las celebraciones fueron escandalosas en extremo.
En Roma fueron conocidas estas fiestas también como las Liberales, porque Baco era llamado también Líber. Fueron tan descontroladas y zafadas estas fiestas, que el Senado romano en el 558 quiso poner fin al jolgorio, pero, la fuerza de la costumbre imperó y las bacanales siguieron celebrándose, en algunos lugares, hasta nuestros días.

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ustedes se la pasan haciendo piquitos

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