viernes, 25 de enero de 2008

El asado volador




El “manco” andaba con ganas de comer asado, no porque no pudiera comprarlo, sino porque “las mujeres” siempre ponían un pero, “nada de vino, que te hace mal... que después te ponés cargoso” y todos esos argumentos que ponían “las mujeres” para que el pobre “manco” no pudiera disfrutar de un buen asado como Dios manda.

La ocasión se le dio redondita en una colecta para bombas de un “Judas”.

-Con cuánto vas a entrar “manco”?

-Con lo que haga falta. (porque el “manco” no era hombre de achicarse)

A eso de un mes y con los primeros fríos de junio, el “Judas” estaba casi pronto y la colecta tenía superávit.

La “negrada” del barrio decidió festejarlo... con un asado.

Hete aquí,... que el “manco” no se entera (porque nadie le avisó) y por estas cosas del destino o del olfato, vaya “usté” a saber, a la vuelta del trabajo ve una reunión sospechosa en el galpón del “Judas”.

-Buenasssss – entró como ronceando.

-Buenas – coro de voces con el rabo entre las patas, como quien dice.

-Qué cuentan, ché?

-Yyyy.. aquí..

.

El “manco” relojeaba el asado, la boca se le hacía agua y de vez en cuando los ojos se le iban a la de 10 litros que trataron de esconder, sin éxito.

Como nadie le decía quedate, el “manco” tramó su venganza, lentamente recorrió la rueda y en un descuido le arrojó las 2 bombas de la cabeza del “judas” al fuego del asado.

Dicen que hasta hoy andan buscando alguna costilla y el “manco” se tuvo que conformar con refrescos, de esos que toman “las mujeres”.

Moraleja: nunca te confíes de un hombre con un solo brazo, porque por lo que se cuenta en la historia del barrio, Dios les da otras habilidades, como hacer desaparecer un asado de un bombazo.

- Rita Vique, Dolores, Soriano -

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ustedes se la pasan haciendo piquitos

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