Cementerio de Puntas del Sauce Verde, a la cinco de la tarde de un sábado de junio…
"Estamos aquí para despedir los despojos mortales del negro Godofredo, y la verdad; después que el camión con zorra lo pasó por encima, quedaron despojos por todos lados… ¡fleco lo hicieron!
No voy hablar de lo que era el negro Godofredo porque todos lo conocíamos, sabíamos bien lo que era; medio bandido con las mujeres, chinero como él solo, gracias Dios. Más de un tajo que tenía en el cuero se lo ganó por salir corriendo de dormitorios ajenos. Pero, que eso lo juzgue, él de arriba o él de bajo, vaya uno a saber dónde habrá ido a parar el morocho éste.
Yo lo que les puedo decir es que era un amigo de ley, jamás te dejaba de a pie, ni con el caballo sin herradura. El negro Godofredo era un pingazo, capaz de agarrarse a los cascarazos con cualquiera por un amigo, de caer mamao y no perder el tino, de doblarse el lomo trabajando y de doblarse en la timba jugando. Porque el hombre, ¡Dios lo tenga en la gloria!, no le hacia asco a nada, se las sabía todas y le gustaban todas.
Pero… el tipo cantó flor, eso pasa, es la ley de la vida, todos algún día nos vamos a tener que ir de este mundo, ¿o vamos a quedar de semilla?, ¿para qué? Le tocó al negro como otra vez me va a tocar a mi o alguno de ustedes. Le tocó y está, se peló por esos mundos de Dios, vaya uno a saber si no es para vivir mejor, porque en la tierra el pobre desgraciado estaba para el pichuleo, para el rebusque, para hacer la diaria, como estamos nosotros, sus amigos. Claro que muchas veces la sequera que él tenía era por la timba y las damiselas. De vez en cuando el chupi, no se lo voy a negar, porque cuando él tomaba, invitaba, pero, eso es secundario.
Lo cierto para mi, es que ganaba una miseria y trabajaba como el que más, ¡ese si que era un negro de vergüenza!, se pelaba el lomo, se pelaba más abajo también, pero, no aflojaba, durazo para la changa, no lo corrían con nada, hecho al rigor este pelo de alambre, como muy pocos hombres en la vida, del color que sean.
Tenía una voz de trueno, parecía que cantaba dentro de un caño, pero, ¡que bien cantaba!, y las imitaciones que hacía de la Nina Miranda eran de película, ¿o miento yo?
Él siempre decía que lo peor que le puede pasar a un hombre en la vida es achatarse, ¡ y lo que son las cosas!, ¿no?, el pobre murió achatado por las ruedas de ese acoplado. Nos repetía hasta el cansancio, "perdé cuidado que en la vida alguna cosa te pasa", a él lo pasó por arriba. La muerte no respeta nada, te lleva como sea, basta con estar vivo nomás.
Habría muchas cosas más para decir del negro Godofredo, porque tenía más historias que un libro de Traversoni, pero, como veo que todos estamos emocionados, y con ganas de ir a chupar esos cinco casilleros de cerveza en su memoria, voy dejando por aquí la cosa. Lo único que quiero decirle al amigo, al querido Godofredo que se nos ha ido, es: Negro, un día de esto te vamos a ir a visitar, no sé si todos juntos o iremos cayendo de a uno, vos sabés como son estas cosas. Pero, andá viendo un lugar para nosotros, ¡ah!, y no hagas relajo por allí mientras tanto, mirá que es otra vida la que empezás, cuidala…".