sábado, 24 de noviembre de 2007

De averiguaciones








- Es un detective que te desnuda con la mirada


Marlon Blanco llegó una tarde a Puntas del Sauce Verde, y luego de amanecer tomando cerveza en un boliche de la costa, mientras orinaba el cartel de “prohibido pisar el césped”, se prometió dar el último examen de su carrera para recibirse de detective por correspondencia. Es cierto, recibió el título dos años después pero, siempre tuvo la íntima convicción de que aquella huelga del correo argentino, como aquel descubrimiento de que habían funcionarios que abrían correspondencia para saber si tenían plata, cheque o algo de valor, le habría privado de un par de lecciones, que a la larga, y en un caso de extrema complejidad se iba a tener que guiar por su intuición ante que por el conocimiento. Ya con el diploma en sus manos, Marlon Blanco se dirigió a una inmobiliaria para alquilar una pequeña oficina para poner allí su agencia de detective. Pasó más de una semana esperando por su primer cliente, en tanto, jugaba al solitario, se hacia trampa como loco bostezaba con pasmosa regularidad. Decidió comprarse un televisor y mirar, desde fútbol hasta patinando por un sueño, desde Indiscreciones a Gran Hermano. Un día puso en un canal, que reflejó la imagen de una figura conocida. Para ir sabiendo, el hombre de rostro redondo decía en esos momento “me lo dijo un alto jerarca policial..”. Marlon exclamó entre un dejo de sorpresa y admiración..
-Hasta aquí llega el programa de la chancha, ¡que lo tiró!, anda por toda la región…
La voz del deporte también le resultó familiar, ya que las defensas volvieron a superar a los ataques en la fecha del domingo, “indudablemente amigos”.
Como los clientes no aparecían, se miraba todo en la tele, a veces se le caían las lágrimas con las novelas, como con Son de Fierro, otras se calentaba con los árbitros en los partidos por las eliminatorias, y otras le gritaba cualquier improperios a los jurados de Tinelli. De tanto en tanto, como cuando era niño, y lo hacia en casa de sus abuelos, miraba “Almorzando con Mirtha Legrand”.
Un día puso un aviso en La Prensa, en el Dengue Autóctono y comenzó a recibir clientes a bocha, un marido engañado, un proxeneta idem, una mujer despechada, tan despechada estaba que Marlon le aconsejó que se pusiera siliconas. Dirigentes de Nacional de Salto lo contrataron para que averiguara las razones de por qué desde 1958 no dan la vuelta olímpica en Primera A. Un pintor lo contrató para que encontrara su musa inspiradora que no sabía dónde la había perdido, solo que desde entonces le salían nada más que rayas, y torcidas. “Estoy como un hígado” dijo el pintor, cómo un higado?, preguntó Marlón, “a la tela”, respondió el pintor.
Un empedernido jugador llegó con mil dólares en la mano, se los dio mientras le pedía que encontrara su boleta del 5 de Oro que había perdido en calle Rolón frente a la cancha de Sacacorchos, “¿es pariente del Pepe Guerra, por un casual?”, preguntó Marlon. No, para nada. Respondió el jugador. Consultó si había sacado un pozo de oro, de plata o revancha, a lo que el jugador le dijo que no, era una boleta en la que no había apuntado ninguno de los cinco números. Le dijo que la había jugado hacía diez días. Marlón le advirtió que ya había perdido valor para cobrar. El jugador le dijo que no le interesaba eso, que lo que quería, y para eso pagaba, era recuperar la boleta, nada más.
- Pero si no sacó juega otra esta semana y listo.
- Si, pero, ¿y si alguien la encuentra y juega mis números?
- ¿Qué tiene que ver eso?
- Y que tengo que compartir el Pozo de Oro con otro, y yo quiero sacarlo solo…

flamencos

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ustedes se la pasan haciendo piquitos

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