jueves, 22 de noviembre de 2007

CAVILACIONES CAMPERAS


Como si lo estuviera viendo, mire. El fuego jugueteaba entre los
pesados troncos en cruz. Los paisanos mateaban en silencio, y de
pronto, sin saber como, se pusieron hablar de cosas de la vida.
Yo de lejos los miraba de refilón, y cavilaba para mis adentros, por
ejemplo, del Rudesindo Mc Pay, ése si que sabe ser un gaucho en toda
su dimensión, ¡ y eso que es ancho el desgraciau!, ¡ y pesao como
explicación de Ministro..
Hay quienes dicen que es un criollo de ley..., de ley de la ventaja
será o más bien, del orsay, porque siempre queda fuera de juego. Pero
eso sí, muy valiente.
Una vez, me acuerdo como si fuera hoy, se pasó tres semanas en el
monte buscando su árbol genealógico, pero se le hizo astiyas el
corazón y abandonó el asunto. Al parecer creía que su abuelo era un
Ñandubay bien plantao, pero resulta que fue una Ñandubiene que entró
por la ventana.
El Rudesindo Mc Pay era un matero perdido, un adicto declarado, las
de yerba y azúcar que gastaba por mes no está escrito. Y pensar que él
hoy está allí, muy tranquilo y hace un año exactamente tuvo la famosa
pelea con un lobizón en el Paso on de rock. Un bicho más feo que
Pechito Sapia, con eso le digo todo. Jue una noche de luna llena, como
la de hoy, si hasta el panorama se repite, el Rude venía al trotecito
chasquero por el sendero. De pronto sintió un aullido extremecedor que
le paró el pelerío, desde el primero al último y en todas las regiones
pelisticamente hablando del cuerpo, Su corazón fue un malambo, sus
dientes una chacarera y su panza un milonga en Do.
Y en esa musical situación sustera, se dio cuenta de una cosa, coraje,
lo que se dice coraje no tenía, y farmacia de turno cerca no tenía,
así que se automedicó, se bajó del matungo, junto un poco de coraje,
que siempre hay disparramau por ahí, ¿vio? Y se puso vertical de
fiereza. En esos momentos volvió a sentir otro alarido. Por su
interior pasaron muchas cosas, tanta que una de ellas le salió
pa'afuera. Se tanteó las posadera y comprendió, tenía algo espeso,
maleable y adaptable al recipiente.
Jue cuando de la oscuridad saltó un bulto negro y de grandes dientes,
¿será un tarifazo, el o mono Vecino o el Chengue Morales?, pensó sin
más el Rudesindo. Era el mismisimo lobizón del Paso del Fusilado en
persona que había venido a visitar a un pariente del Paso on de rock y
ante de irse quería hacer alguna trapisonda.
"Conmigo no tendrás suerte peludo, el gritó en un acto de arrojo el
Rudesindo y peló su fierro como si fuera una banana. El bicho no se
hizo de rogar y facón y garras se sacaban chispas, paqui, payá, pa
este lado pa este otro, que arriba, que abajo, sin tregua ni desmayo.
Ya se venían las barras del día, recargadas como en artículos de
primera necesidad cuando el lobizón notó que estaba volviéndose humano
gritó: ¡Tenga mano tallador!, se me viene el sol y pido un cuarto
intermedio porque no puedo pelear encandilado... Ni alcanzó hacerse
silencio, porque desde la copa de un árbol se escuchó la voz bien de
judio que decía, "te vendo lentes de sol, te lo dejo ahora y me lo
pagás en la próxima transformación. Decí que el lobizón no le hizo
caso y se peló como poroto de la chaucha porque si sino, allí nomás lo
hacían salir al Rudesindo de garantía, no hay caso, mi amigo, el
Masolpeado Rodríguez tiene un alma de comerciante que..

CAMACA

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ustedes se la pasan haciendo piquitos

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