Ya ni saben ni lo que roban

- Y me dijo..ustedes son ladrones de poca monta.

- ¿Cómo sabe que nunca anduvimos a caballo?

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(Por Claro Zoy).- “Para saber entrar hay que saber salir”, dijo alguna vez don César Luís Menotti, y esto se aplica a muchas cosas.
Uno no lo comparte, no está de acuerdo, pero, acepta que haya ladrones, amigo de lo ajeno, chorros, ligeros, cacos, birladores, que dicho sea de paso, crecen como hongos.
Cuando nacemos, nacemos de todo, así que uno salga torcido para un lado y otro para otro, es cosa de la vida. Si después del primer berrido en este mundo uno se inclinó por robar, es el destino…y contra el destino nadie la talla, ya lo dijo Gardel.
Pero hay ladrones y ladrones. Si uno se pone a robar, tiene que hacerlo en cosas útiles, no sé, me parece a mi. Hay mucho a esta altura que ya ni saben ni lo que roban.
Esta el tipo pariente de Empédocles que se robó una camioneta y no sabía manejar. La hizo andar y la remangó enseguida contra otro auto. Para eso hubiera robado una bicicleta, una carretilla, un carrito, algo que supiera manejar.
- La próxima vez robo un camioneta con chofer y todo…¡hic!.- dijo como única respuesta a su acción.
Los ladrones tienen que tener un criterio, una conducta, no van a ir a robarle los papeles a un político, por ejemplo, porque allí en su casa o en su oficina, duermen los sueños de tantos correligionarios. Tampoco va a ir a las Oficinas Públicas, allí duermen otros papeles, también los funcionarios, en fin.
No va a ir a robar los zapallos en las quintas afuera de la ciudad, cuando todos los domingos se encuentran hermosos zapallos en la canchas de fútbol.
Está el tipo que robó una computadora y no sabía cómo funcionaba. Robó pilas, chicas, medianas y grandes, y le mandaba en los agujeros que veía, pero la pantalla no se prendía…
Otro robó una película en un Video Club y la metió dentro de su televisor y lo prendía y apagaba y la película minga de aparecer.
El año que vienen van aparecer algunos ladrones de sueños, esos que aparecen cada cinco años. Son sigilosos, precisos, pueden aparecer por la ventana izquierda o por la ventana derecha, uno nunca se da cuenta. Sólo roban sueños, y lo más triste de todo esto es que no saben que hacer con tantos sueños acumulados. Algunos se caen ya de los estantes, y en el piso de la vida, ¡hay tantos sueños rotos!