sábado, 4 de julio de 2009

Ella era una chica plástica...

Mi mujer siempre me dice: “vos te calentás con todo lo que vez en las calles, mujeres de todas las edades y de todas las medidas anatómicas y yo en casa debo después calmar tu hombría de bien...de bien agitado que venis....".

Y es la verdad, porque la naturaleza es muy benigna con las mujeres y a la que no le ha dado un rostro hermoso, le ha dado un par de poderosas razones con las que se llevan el mundo por delante.Con esa delantera no perdemos ningún partido, ¿me entiende?.

Uno puede obviar tanta cosas con tal de ver ( y si se puede) palpar y saborear esas glándulas mamarias que Dios le dio, más que un don, dos dones divinos, que uno piensa que sus hijos nunca van a pasar hambre y que se van a enojar mucho cuando les llega el día del destete. Tengo un amigo con una madre tan agraciada por la naturaleza que tomó teta hasta los 15 años y siempre que succionaba una, la otra la usaba de almohada...

Pero volviendo a las mujeres en general, las que no tienen linda cara y en el reparto les tocó poco pechos, tienen unas colas que encantan hasta la serpiente más haragana. Uno se derrite en ese vaiven tan acompasado, tan perfecto, tan sublime. En mi pueblo pululan las Jennyferes López y como decía un amigo, “hay mujeres que tienen cara de tuje, pero hay tujes que deberían ser caras, y serían los rostros más bellos del mundo”.

Y uno que anda todo el día en la calle que ve y aprecia lo que ha hecho de bueno la naturaleza, cuando van o cuando vienen, es lo mismo, algunos seres humanos insensibles te dicen...

“Che, que puede ser tu hija”, “puede ser tu nieta”, y uno responde mientras puedan ser mujer, que sean. Es cierto ,siempre nos qwuedamos como el gato de la Beba, mirando para la fiambrera, y exclamamos a modo de consuelo..."Dios te conserve la gracia" o nos preguntamos con cierta envidia... Quién será el dichoso mortal...?.

Pero claro, lo de uno son simples manifestaciones de deseo o de caballo viejo como dice Simón Diaz, pero es que las potras alazanas brotan como agua de manantial y se nos sube la bilirrrubina y algo más y no falta quien lo note y nos cante... "carpas de Salta/ las vuelvo a recordar...".

Bueno con toda esa energía absorbida en las calles de mi pueblo regresé una noche a casa. La luz del cuarto estaba apagada, yo nunca la prendo porque mi mujer siempre se queja que la molesto, que le interrumpo su descanso y ella tiene que levantarse temprano al otro día. Yo llegué con la espada de Damocles, no pendiendo sobre la cabeza, sino que desenvainada y en mis manos, y luego de decirme “sea lo que Dios quiera”, metí las manos entre las sábanas y me di cuenta que estaba allí, no se quejó como otras veces. Estaba un poco fría, pero ella era así, de sangre azul, como no me decía nada, pasé a una segunda fase de caricias y afirmándome en aquel concepto de que el que calla otorga, seguí. Y ella me otorgaba y me otorgaba y yo meta mano. Eran tantas las aventuras que pude correr en las calles y que dejé para saciar en mi lecho, con la mujer de mi vida, que me subí sobre ella que ni se quejaba. Pero yo no pensé en otra cosa que cabalgar como dice el Chaqueño Palaveccino, en un potro desbocado. Y como ella no me decía nada, la di vuelta, para hacer lo que ella nunca quería, el fruto prohibido por temor a los hemorroides...

Hice usufructo de mis bajos instintos y envalentonado por una sobredosis de amor, la espada de Damocles no cedía en su fiereza y en esa noche magistral respondía como nunca no le hacia mella, nada, firme enhiesta, invencible combatió como tres veces y en la última pelea, cuando ya desfalleciente me quise ubicar de lado de mi amada, para atesorar los triunfos en la guerra del amor, se enciende la luz de mi cuarto y mi mujer en rulero que asombrada, y en un grito, pregunta - ¿Qué hiciste, animal?

Asombrado miraba lo que estaba entre las sábanas, la miraba a ella, hermana melliza no tenía, amiga tan confianzuda tampoco...

- ¿Por...?

- Porque me arruinaste la muñeca inflable que tengo que llevar a la fiesta de la oficina...

- ¿Cómo es eso?. Pregunté más herido en mi amor propio que otra cosa, ¿son una manga de desgenerado en tu oficina?

- No, es el cumpleaños de Imanol y él siempre anda embromando con las muñecas inflables que entre todos le compramos una y se la vamos a regalar esta noche en el asado...


Camaca-

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ustedes se la pasan haciendo piquitos

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