miércoles, 16 de diciembre de 2015

El día que conocí al Grand Guignol y otras personalidades

Fue el 8 de febrero de 1964, un sábado en el arranque de la semana de carnaval. Lo recuerdo bien porque en casa era todo de preparativos para irnos al monte. Venían mis tíos, algunos primos grandes y amigos de mi padre. Todos hablaban del campamento en Los Tubos del Daymán, de la arrocera, de Forni, de Williams, y de la ruta para adentro, un kilómetro a campo traviesa o entrar por el camino a la izquierda antes de llegar a las termas del Daymán. En esa febril actividad, se aseguraba que nos íbamos el domingo 9 de febrero a las 10 de la mañana… Yo estaba sentado en las puertas del Club de la Zona Este (antes era Comisión Fomento, ahora es el CRES) tomando una bidú, mi amigo, el sordo Joaquín, 15 años mayor que yo, saboreaba una cerveza Doble Uruguaya, y le daba a su criollo. Estábamos haciendo tiempo porque íbamos a ir para el centro para ver el desfile de carnaval. En un rincón de la Plaza de Deportes había mucha gente rodeando a unos artistas. Los mirábamos de lejos, pero, la curiosidad pudo más y cuando Joaquín terminó la cerveza, pagó, fuimos a ver qué pasaba. Fue de las primeras veces que escuché las palabras títeres y marionetas. Y fue la primera vez, también, que supe que Juan Joya no era el único peruano que andaba por Uruguay. Los peruanos eran titiriteros, eran cuatro, dos varones, que estaban con los títeres y dos mujeres que trabajaban a su manera. Una estaba detrás de una mesita que tenía collares y cosas parecidas, que recuerdo bien que al regresar a casa y contar sobre esto dije, una cantidad de cosas como los indios de las películas. Fue la primera vez que escuché también la palabra quena, y quedé maravillado como de aquella cañita, la mujer hacia salir sonidos tan lindos. La otra mujer, con rostro de indio de película o de historietas argentinas, pasaba entre la gente, sobre todos los mayores, extendiendo un sombrero para que le pusieran unas monedas, un real, un vintén, no importaba… Como ya estaba empezada la historia no me quedó mucho de la trama, si me gustó, fascinó, los movimientos y hablar de voz ronca de Guignol, que era gordito y bigotudo y la otras tres figuras, muy flacas que se movían como hojas sopladas por el viento. Lo que más recuerdo es que Guignol eran un Don Juan que había venido como Colón, a conquistar América, pero, solo conquistaba fracasos, él lo dice llorando y los otros le dicen que nadie fracasa en carnaval y lo invitan a visitar a Momo, para reír, bailar y gozar y que es el tiempo de las mujeres hermosas, ahí hablan de Salto, del desfile de esa noche y que todos se van juntos a disfrutar del mismo, cae el telón y todos aplauden, y yo también. Diez años después, un domingo a la mañana en el Parque Rivadavia, en Caballitos, pleno corazón de Buenos Aires, me encuentro con otro grupo de titiriteros, Pero estos son chilenos. Y ellos representan Don Cristobal de Federico García Lorca, y me entero que existe un teatro de cachiporra, que en realidad es una vieja tradición. Y luego hablando con los chilenos, y un argentino que estaba mirando, y que sabía mucho, que el mundo de los títeres, marionetas y teatro de cachiporras, tienen personajes muy parecidos en distintos lugares, el Guignol, que no era peruano, como yo creía, sino francés, el Puch de Inglaterra y el Polichenela italiano, tal vez todos parientes, no tan lejanos… Ismael era el chileno dueño de los títeres y en la vuelta estaban sus tres hijos, dos varones y una mujer, su esposa y el yerno. La circunstancia de la vida lo habían llevado a la Argentina e iban de plaza en plaza de Buenos Aires, “haciendo el mango” como decía los porteños, “con dos guita o una gamba, esta bien”, decía el yerno mientras pasaba el sombrero aproximándose a un acento porteño o al lenguaje porteño, más bien… Por ellos me enteré que en general, son de tres tipos: de guantes o guiñoles, de hilos o marionetas y de sombras (manos o siluetas recortadas manipuladas con varillas). El porteño sabihondo, comentó q ue, “ estaba muy bien lograda la obra, que a pesar de tener un lenguaje más moderno que el original de Federico, respetaba la historia..”. Yo insistí que para mi, era un mundo nuevo, que en Salto, salvo una vez hacia mucho tiempo en un carnaval, y una vez que se hizo en una kermés en la Capilla de la Santa Cruz no había visto títeres, y la verdad que atrapaba. El porteño no tuvo concesiones conmigo y me dijo que el teatro de títeres era muy antiguo, tanto, que un arqueólogo francés encontró en una tumba egipcia una estatuilla articulada con hilos. Y cuando vio que lo quedé mirando, que le prestaba atención, que tenía un público dispuesto a escuchar sus sabias palabras, me dijo que los pueblos de la antigüedad, y más los orientales, como China y Japón, usaban los títeres para sus representaciones. Me dijo que los japoneses usaban un títere casi de la altura del hombre que lo manipulaba. ------------------------------------------------------------------------------------------ FRANCESES E ITALIANOS Recuerdo que en el año 1985, en Salto, formamos la murga “Pescadores a la caña”, la murga de más breve historia que haya existido jamás, tanto que nunca actuó. Un tema que andaba dando vuelta en mi cabeza era el del mundo de los títeres. Busqué en la Biblioteca municipal libros que hablaran de títeres, marionetas y otros temas parecidos. También mi hermano Enrique me brindó su aporte con unos datos sobre el tema, y mi compadre Ramón, me dio unas clases sobre el particular. Mi idea era la de armar un repertorio, un cuplé de los titeres que quedaron abandonados, es decir de aquello que se habían lucido en la dictadura, que habían sido manejado, y la democracia naciente los había desplazado. Algo pude armar, tenía dificultades con las melodías, algo que años después cuando entre de lleno en el carnaval salteño no me paso nunca más porque hubo un tiempo que escribía una canción por día, con las melodías de moda, y hubo un tiempo, años después, que es justo que lo diga que sufría horrores no poder disfrutar de la música, porque escuchaba un tema y enseguida pensaba si quedaba bien en un saludo, en un popurrit, en un cuplé o en una retirada….Es más, vivía con el grabador pronto escuchaba un tema y lo grababa. El cuplé quedó de lado, porque empezamos a ensayar de cara al 1° de mayo de 1985. Con letras que yo había escrito y con letra que adaptó Villavicencio, que eran de los Betunes del Negro Fochi. En realidad, la letra era la misma, pero en lugar de decir Los Betunes decía Los Pescadores. Pensábamos armar todo el repertorio para después del 1° de mayo donde íbamos a debutar en el acto de los Trabajadores en Plaza Artigas. Ensayamos en Club Bancarios hasta la mañana misma del acto. Fue cuando llegó Lamparita Machado dirigente del PIT-CNT que nos pidió que le diéramos una mano con el escenario de la plaza que estaban medio atrasados. Se fue casi toda la murga, el único que se quedó fue Villavicencio tomándose una en la cantina. Cuando terminamos y volvimos a Bancarios para conocer algo y luego venirnos a la Plaza, Villavicencio ya no estaba en la cantina, se había enojado con el cantinero que no le había querido fiar y se fue. El Villa era el dueño de bombo, platillos y redoblantes, se llevó todo, y nos quedamos afeitados y sin visita, sin poder actuar. Ese fue el comienzo y el final de una murga que nunca actúo, Pescadores a la Caña…. Volviendo al origen de las palabras “marioneta”, “títere” y “guiñol”, los datos que extraje, los apuntes que quedaron dormido, de libros prestados por la Biblioteca, por mi hermano y el chamuyo de Ramón. Franceses e italianos se pelearon siempre por el invento de hilo y madera, de los apuntes sacados Marioneta sería de origen francés. “Provendría de la Virgen María, dado que en la Edad Media se hacían representaciones con muñecos en que la Virgen era la protagonista. Primero se llamaron “Petites Maries”, luego “Mariottes” y, finalmente, “Marionnettes”. Por su parte los italianos dicen que “el origen de la palabra “títere” se encuentra en la antigua fiesta veneciana de las Marías. La fiesta de las Marías conmemoraba la heroica liberación en el siglo X de doce muchachas que habían sido raptadas por unos piratas. Para recordar este acto heroico se celebraban todos los años unas fiestas financiadas por el Dogo, el soberano de Venecia, que duraban ocho días y en los que se casaban doces jóvenes. Con el tiempo, estas fiestas fueron cada vez más lujosas y los trajes de las doncellas más caros, y fue también cada vez mayor la cantidad de dinero que debía pagar el Dogo. Así que el Dogo un año decidió sustituir las muchachas por unos grandes muñecos articulados. A partir de entonces, el Dogo ya no pagaba ningún traje nuevo, sino que sólo tenía que sacar los muñecos de donde los tenía guardados. Los franceses, conocedores de la tradición, copiaron la palabra “María” para aplicarlo a los muñecos articulados y, por último, la transformaron en el diminutivo “Marionnette”. ------------------------------------------------------------------------------------ GUIGNOL, LA HISTORIA DEL DENTISTA La palabra “guiñol”, también es motivo de disputa entre franceses e italianos. Y dentro de lo que pude recoger, va esta historia que es muy significativa: “ Se cuenta que a finales del siglo XVII un dentista llamado Laurent Mourguet, para distraer a sus pacientes del tremendo dolor que les ocasionaba porque en aquellos tiempos todavía no se había inventado la anestesia, representaba pequeñas obras con títeres de guante. Tal fue su éxito que decidió montar un teatro que obtuvo bastante éxito. A las representaciones siempre iba un trabajador de una sedería cuyo personaje preferido era Polichinela, un simpático personaje de la Comedia del Arte italiana. Cada vez que Polichinela hacía algo gracioso, el trabajador no se podía contener y, aplaudiendo, gritaba, “¡C’est guignolant!”. Y de ahí la palabra “guiñol”. -------------------------------------------------------------------------------------- POR SI FUERA POCO, LOS GRIEGOS “Por otra parte, la palabra “títere” se escapa a la polémica entre franceses e italianos porque es griega. Parece ser que antiguamente los que manejaban los títeres, para indicar sus movimientos, utilizaban un pito que sonaba ti-ti-ti, con un sonido similar al gorjear de algunas aves. Del sonido del pito de los titiriteros procede la palabra “títere””. CARLOS MARÍA CATTANI - CAMACA -

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ustedes se la pasan haciendo piquitos

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