domingo, 13 de diciembre de 2015

Como Fernando Pessoa pero menos poético

Es para pagar el medio aguinaldo, vecino.. 00000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000 Yo no soy de hablar, y menos ser alabancioso de alguien, pero, con el Tingo Segovia hay que sacarse el sombrero. Nació para político, nació para las masas, como nacen los panaderos, también, pero este para las masas humanas, para la política. Y si el hombre llegó a donde llegó, lo hizo ganando todas las elecciones. Desde la escuela ganaba elecciones el Tingo, cuando elegían a los abanderados por votos de sus compañeros, el tingo salió tres veces abanderado, en quinto, sexto y cuando quedó repetidor. Cuando hizo una lista en el liceo, los peló de punta a punta, y eso que estaba en primero, era feo y conocía pocos alumnos, y en cuarto había cada Robert Redford y Julia Roberts que ni te cuento, y les ganó igual. Y el Tingo tiene muchas cosas buenas, muchas cosas a favor, menos belleza, porque la naturaleza no fue, en ese sentido, buena con él. En un concurso de feo salió tercero, con eso te digo todo, es un podium al que no mucho varones se animan a subir, por más que te vengan con el cuento de que el hombre es como el oso…. Y ya de grande, se metió en el sindicato y ganó en todas las elecciones de su gremio. Después le pico el bichito de la política y se ve que le dejó una roncha para toda la vida… Lo que tenía el Tingo y eso hay que reconocerle, que era un tipo humilde, de perfil bajo, que caminaba mucho, sobre todo por los barrios y en la campaña, a caballo iba de casa en casa convenciendo a la gente Todos recuerdan que su primer discurso en Puntas del Sauce Verde fue en inglés, porque se identificaba con los grandes pensadores británicos y con los liberales norteamericanos. Como no había traductores y la gente no sabía si estaba hablando, si estaba rezando o estaba cantando, aplaudían igual. Algunos decían que se parecía mucho a Clark Gable, por sus bigotes y su pelo alomado Después cuando se afianzó, de tanto en tanto, hablaba en inglés, pero él mismo traducía sus propios discursos y si algunos se quejaba por algo, le respondía que la traducción no era exacta, que a veces algunas palabras significaban otra cosa… El Tingo no paraba de ganar elecciones, fue Concejal, Alcalde, edil más adelante, diputado, senador, Director, Ministro, y dijo que iba a esperar a un par de elecciones mas para lanzar su candidatura a la Presidencia de la República. En el Tingo había una energía que provenía de tres pilares, tres personas que siempre mencionaba en sus discursos, de acuerdo a por donde fuera el tema, pero que nadie conocía. Se sospechaba que eran tres heterónimos, Dorival Soria, Amilcar Campodónico y Eleuterio Ríos, tres personalidades divergentes y pensamientos distintos, que el Tingo unía sabiamente al mencionarlos. Y por los datos que aportaba el Tingo, Dorival Soria era un socialista tirando a comunista, pero con muchos rasgos de anarquista. Amilcar Campodónico, era un alma empresarial, un hábil negociante, una luz para los negocios, tirando a burgués, medio de derecha, por abierto a todos los caminos que lo llevaran a las ganancias. Eleuterio Ríos, militar retirado, cabo de primera y jubilado como sargento. Era tradicionalista, tanto que fundo una aparceriá y cabalgaba todos los domingos, como si fuera a liberar la patria, por lo menos gritaba siempre, ¡viva la Patria! y se sacaba el chambergo, y en invierno, tenía por debajo del ala ancha, su kepis del ejército, para que no se le enfriara la cabeza. Esto lo podemos afirmar gracias a las descripciones del Tingo en cada acto, porque, lo que se dice, verlo, y conocerlo, nadie los veía en un acto, ni conocía, eran fruto de la imaginación del autor, como decía el Director de Cultura, o como decia Peñalba, el poeta, el Tingo inventaba, como Pessoa, pero, menos poético… Era como Pessoa, el poeta portugués, es cierto, pero, de esa manera juntaba todo su cardumen de votos, con ejemplos empresariales, con mirada zurda y con la firmeza del militar. Además el Tingo le daba vuelo a su imaginación y se perdía en el horizonte, había que bajarlo con silencios, sin aplausos, para que se centrara un poco. Le gustaban las cámaras como loco, ir todos los día a una radio u otra, por los diarios, aparecer en todos los informativos. Para eso había que llevar novedades, buenas noticias, pensamientos, y como no los tenía, pero su afán de estar lo llevaba a inventar, a decir cosas que no eran, a contradecirse con datos aportado un mes atrás y negados ahora, o cambiado por otro totalmente contrario. Se volvió mitómano, pero no dejaba de aparecer en la prensa, y aunque nadie le creía como antes, él seguía adelante, pensando que la Alcaldía de Puntas del Sauce Verde le quedaba chica. Llamó a sus asesores y le dijo, “no daremos ni un paso atrás”, como dijo Dorival Soria, estamos ante un gran negocio que nos puede reportar satisfacciones, como dice Amilcar Campodónico, y debemos de andar a paso redoblado como nos apunta Eleuterio Ríos. Me cansé de ser alcalde, de que se quejen de las calles, del alumbrado, de los impuestos y de tantos adeomseros que solo quieren plata. Vamos a prepararnos para la Presidencia de la República y la campaña empieza mañana, preparen volantes que este domingo salimos por los barrios, lleven ropa vieja, nada de pinta que es para hablar con gente sencilla, nada más….

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ustedes se la pasan haciendo piquitos

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