Dicen que una imagen vale más que mil palabras, y es cierto. Y a veces, como en este caso, las palabras sirven como marco de una imagen que recorre una parte importante, por lo menos cincuenta años del carnaval salteño. La foto en cuestión es la que reúne a Ángel “Mulato” Alvez, Justino “Rengo” Jaime y Alberto “Negro” Chirifff. Una foto que comienza a corporizarse en los recuerdos.
Tal vez comienza a dar vuelta, allá en la década del cuarenta por Cien Manzanas, Saladero, Salto Nuevo, cuando Ángel “Mulato” Alvez, se pintaba la cara, con carbón, usaba los primeros gorros y trajes carnavaleros y escuchaba el “Tré” de “Napoleón” Muguerza, cuando pasaba “Andá que te cure Lola”, y después llegó el tiempo de “Los 9 Peloduros”, y otros títulos circunstanciales, hasta que al influjo de aquella gran rifa que lanzó un club deportivo y que se la anunciaba como la gran pegada, Mulato Alvez y su gente toma ese nombre y lo transforma en la murga que ganó más primeros premios desde 1970 hasta hoy...¡La Gran Pegada!.
Y esta foto tiene un aurea especial que camina con unos clásicos movimientos que se hicieron famosos en el carnaval, pero que en realidad, son un percance físico en la vida de su protagonista. Cuando transitaba en las calles de piedra de La Tablada, allá por los galpones naranjeros, en el Estadio Dickinson, cuando Justino Jaime le peleaba a la vida cada día, y en la noches la alegraba, cantando con la murga, allá en los años sesenta, cuando se vino de Paysandú con algunos carnavales en el bolso y se quedó en el barrio.
Y allí, en el corazón de “la Tabla” nacieron Los Charoles, y un día también nació una batuta que hizo historia en nuestro carnavales, llevada en las manos del “Rengo” Jaime.
Y para la gente, para los carnavaleros, y para todos los febreros en adelante, Justino fue un nombre que se quedó en una percha, en el ropero de su casa, para todos desde entonces fue el “Rengo” Jaime. Muchos creyeron que Jaime era su nombre, y el Director de Los Charoles tuvo que explicar una y otra vez que Jaime era su apellido.
En la década de los setenta y a comienzo de los ochenta, cuando el carnaval en Salto agonizaba, estaba triste, no podía despertar alegría, parecía que se moría, dos murgas lo sostuvieron con sus duelos en cada concurso, La Gran Pegada de Mulato y Los Charoles del Rengo Jaime. No queremos ofender a otros carnavaleros que salían en ese entonces, porque también dejaron su alma en las calles, en los tablados, pero lo que queremos significar, es que lo que mantenía el fuego murguero era ese duelo sin par de las dos murgas.
A fines de los ochenta aparecen, en aquel furor del carnaval salteño una murga “Los Graduados del Jodicen” que lideraban los hermanos Chiriff Néstor y Alberto.
Y a comienzo de los años 90, cuando el Negro Víctor Hugo Solis reinaba con su “Estudiantina”, aquella gurisada irrumpe con la Doble AA, y en 1992, bajo el manto de Mario Sancristobal, Juan Conti, Carlos Torrens, nace “La Nueva” y comienza a forjarse la figura de Alberto “Negro” Chiriff, que aprende de Mario Sancristobal, que crece con los aportes de Alejandro Balbis, de Edén Iturrioz, de Enrique González, entre otros quue llegaron para darle alas a La Nueva. En 1998 llega la gran consagración como director de Alberto “Negro” Chiriff, también como arreglador coral y musical de La Nueva, su figura crece en un a murga que entra en la historia grande del carnaval salteño. Tal vez su reinado fue breve, porque un quebranto de salud lo marginó de los escenarios, pero fue tan impactante que a la hora de hablar de las figuras del carnaval salteño, el Negro Chiriff tiene ganado su lugar, por méritos propios.
Se va mayo, el carnaval hace unos cuanto meses que apagó sus bombitas amarillas, pero una simple foto, las vuelve a encender y decirnos que todo el año es carnaval, por lo menos en el corazón de quienes nos sentimos carnavaleros desde siempre. Y más si es con una cosa linda como esta.
Carlos María Cattani (Camaca)
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