Que los hay, los hay
Estaban los dos arrumbados sobre el mostrador de un bar...”las horas pasaban de prisa entre el humo y la risa”, como dice Joaquín Sabina, vaso va, vaso viene. Uno era un viejo cliente del local, el otro un circunstancial que llegó, se acomodó y ni bien se saludó con el compañero de “estaño”, empezó con su pororó. El circunstancial era un intelectualoide que se quedó a medio ser apenas ente un libro de Borges, una película de Bergman y un cuadro de Dalí, intrepretando a su modo cada obra, y la realidad de cada día.
El “habitué” no salía del fútbol, las mujeres bonitas, el chUsmerío del barrio y la canción de moda.
“Que las copas hablan mucho”, como dice el tango, es cierto, y por ahí se entendieron, o no,, pero, que hablaban, hablaban. Pero, claro, tanto iba el intelectual con sus perorata que toma “un camino vecinal”, y dijo que la única razón por la que Peñarol salió campeón tiene que ver con el resurgimiento del Partido Colorado y por la pérdidas de cuatro comunas por parte del FA y que se daba un silogismo..., y vaya a saber por qué, para clarificar el tema que su interlocutor no “cazaba”, se pone a explicarle sobre lo que era un silogismo: “es un razonamiento que consta de tres partes, la última de las cuales se deduce necesariamente de las otras dos”.
El otro, sin “enganchar” una palabra de su interlocutor, le dijo: “Sin ofender, compañero, lo que usted me dice no tiene nada que ver con lo que veníamos hablando, de su silogismo ese, de usted, para mi es un “loco-gismo”, “torpejondo”, “bobicante”, y sobre todo, no tiene “golletómetro, ¡Peñarol pa’ todo el mundo, nomas”...El intelectual pagó su copa y se fue en silencio...
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