martes, 5 de abril de 2011

El loco es un kamikaze

Para quienes hace años que lo conocemos sabemos que el loco es un kamikaze, por eso no nos sorprendió la noticia de su nueva “hazaña”.
Una vez en que perdió la IASA una final de un Campeonato de los barrios, pasó tres días sin salir de la casa, en realidad sin entrar a la casa, porque se quedó sentado en la copa de un árbol que tenía al fondo...Y cuando se bajó, por decirlo de alguna manera, se tiró de cabeza, partiendo un zapallo con el que su madre pensaba hacer dulce en Semana Santa.
Yo lo recuerdo al loco a toda velocidad con su triciclos, tendría cinco o seis años y si no terminaba remachado en un árbol, lo hacía en una columna o se chocaba algunas vecina que volvía de los mandados, todos los días era igual.
Siempre fue un kamikaze el loco, capaz de subirse a la rama más fina del árbol mas alto, doblarse y a veces venirse al suelo. Arreglar las viejas antenas del televisión, sentándose en la parrilla y tomarse unos mates y hacer ruido en el techo de pompis, si en esos soplaba un viento fuerte y la parrilla se inclinaba y él se desprendía.
Era cosa suya el caminar por el estendedero de ropa de la abuela que tenía en la terraza y tirarse desde el techo con paracaidas de nylon que inventaba.
Pero la noticia de hoy, para muchos fue sorpresiva, tuvo mucha prensa, para nosotros fue una cosa más que le pasó al loco kamikaze que conocimos desde niño.
Un día una vecina le pidió bajame el loro que está en la copa del árbol de mamón, por favor que el Pepito hace hora que no come la papa.
El loco subió con una celeridad pasmosa y ubicó entre medio de tres suculentos mamones, al lorito de la señora. Bajó tan rápido como subió con los tres mamones pero sin el loro...
- Bajaste los mamones y me dejste el lorito, ¿por qué?
- Y el loro está verde todavía...
Un día el loco le agrandó la boca a un bidón de cincuenta litros, utilizado para nafta y se metió adentro y se pasó toda la tarde. Cuando a la noche lo ubicaron dobladito adentro del bidón, le pidieron que saliera, a lo que respondió “Pedime tres deseos, soy Aladino...”.
Un día se afilió al Partido Verde en apoyo de Tálice, puso todos sus ahorros en la campaña electoral, hizo propaganda en todos los medios y tan seguro estaba que ganaba el veterano hombre de ciencia y luchador ecologista, que al abrirse las urnas y ver la ubicación final de su líder, entre los últimos de los candidatos, llevó cien lechugas a la Plaza Artigas, hizo una gran ensalada y se sentó al pie del Monumento a Artigas para comerse toda la ensalada, sin parar, en protesta por la insensibilidad de los votantes por la causa verde, la ecología y todos los me lleves (medio) ambientales...
Esa mañana, a nosotros en el barrio, no nos sorprendió todo el despliegue policial, de los medios de prensa. Estaban todos los capangas uniformados, todas las figuras del periodismo vernáculo, hasta el Director de Recolección y Barrido y también el de Servicios Públicos. Llegaron tarde, pero estuvieron también allí, los bomberos y los tres Directores de Acción Social.
“Planear con una cometa gigante, en silencio, sintiendo el aire en la cara. Volar con la gracia y majestuosidad de las aves. Sentirte libre. Eufórico. Si siempre has querido volar, no te lo pienses: prueba el ala delta”. Decia el folleto encontrado en la casa del loco Kamikaze.
Hace miles de años, Ícaro quiso imitar a los pájaros y volar. Diseñó unas grandes alas con las que poder impulsarse y moverse a través de los cielos. Después de mucho esfuerzo para construir aquellas alas, Ícaro se lanzó al cielo. Pero había un pequeño detalle con el que Ícaro no había contado: y es que sus alas eran de cera y al pasar cerca del sol, se derritieron. Las del Loco kamikaze del barrio no eran de cera eran de tela de avión y sus intenciones eran vengantivas.
Se levantó ese día con ánimos terroristas porque en la noche anterior supo que su comparsa había ocupado los últimos lugares en el concurso de carnaval, y fue en la madrugada que decidió vengarse del jurado, especialmente de uno, que estaba seguro le había puesto cero.
El plan estaba bien sincronizado. Le afanó la lata de galletitas a su abuela que ya hacia años no la utilizaba más. Puso más de cien cohetes 12 tiros que había comprado para festejar el triunfo de su comparsa, una gran mecha, un encendedor y partió rumbo a calle Apolón en bicicleta y con su ala delta. Por suerte encontró un voluntario que se animó a pedalear en su bicicleta y él tomó impulso en su ala delta llevando como objetivo las dos torres (tanques) de OSE de calle Paraguay. Cobró altura, vio su objetivo y a una distancia prudencial, encendió la mecha. Se sintió un Bin Laden con el objetivo de destruir las torres de OSE y con ese mundo de agua que iba a salir sabía que la casa del jurado iba a quedar inundada y que lo iba a mojar a pleno al tipo, y le iba a dejar un barrial en esa casa para que sufriera como él había sufrido con el puntaje.
Y si bien la mecha funcionó, y la lata explotó, en su ansiedad, midió mal y pasó por entre medio de los dos tanques quedando incrustado y chamuscado en la rama de un árbol. Eso era lo que miraban los vecinos, eso era lo que indagaba y sacaba conclusiones la policía técnica y eso era lo que anotaba la prensa. Nosotros le restamos importancia al asunto, era una más del loco kamikaze, que seguro ya estaba pensando en mandarse otra, en cualquier momento, apenas lo sacaran del árbol....

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flamencos

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ustedes se la pasan haciendo piquitos

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