jueves, 13 de enero de 2011

LA FIESTA DEL CASORIO


Anabel y Edilberto se casaron esa noche. La fiesta reunió a sus familiares y amios, quienes se divirtieron de lo lindo y, como se estila, le desearon buenaventura a la pareja.

El amplio salón tuvo en la madre de la novia a una verdadera fiscal, un control de calidad tipo aduanero. Recorría el salón ubicando cosas, verificando otras, ordenando en ocasiones. Nucna había caminado tanto como en esos momentos, y la noche recién empezaba, como empezaban a llegar los invitados....

El padre de la novia, por su parte, quien pagaba la fiesta, porque los padres del novio viajaba al exterior continuamete. No, no eran diplomáticos, ni empresarios de bolsas de comercio, introducían simplemente, mercadería sin pagar impuestos y odiaban que los tildaran de comerc iantes informales, por el contrario, ellos se consideraban muy formales, iban de trajes a sus compras.

El alquiler de salón era el más alto de la ciudad y en uno de esos encuentro, ente mesas mesas, de los padres de la novia....

- Ya que nos coran tanto podrían haber puestos mejores manteles....

- No seas así, viejo..

- Y el mozo ese tiene pinta de servir una y tomar dos...

- ¡Donaldo!

- Al final de la fiesta, si queda algo, vigilá que no se lo lleven ellos, porque te cobra todo y sirven la mitad y el resto se lo embolsan...

Los tíos de la pareja llegaron muy sonrientes y se fueron mezclando entre las mesas, charlando despreocupadamente. En los más viejos se mezclaban los olores de perfumes rancvios y de naftalina de trajes guardados por laro tiempo. Con el correr de la noche se sumaría el del fuerte olor a whisky.

Los amigos de los novios criticaban al barrer...

- Pocos saladitos por este lado...

- La bebida cortona, che.

- Pero si recién emepzaron a servir, ustedes son medio angurrientos...

- Pensar Clarita que vos anduviste de novio con el Edilberto...

- Si, pero era medio zanguango...

- De la que te salvaste.

- Si, pero mirá que con ese cuadro perdió el invicto...

- ¡Jamás me tocó!, ¡que te pensás!

- Vos no te rías Alberto, porque vos anduviste con la Anabel.

- Era medio talán-talán, por suerte zafé.

- Dejen de hablar de la vida ajena y vamos a comer y chupar de lo lindo, para eso venimos, y que ellos se las arreglen...

- A mi, en realidad, me gusta más la hermana que la Anabel...

- ¿Y la prima?, fijate el cuerpo que tiene.

- Che, ¿se acuerdan cuando le hicimos firmar el papel a la novia para que lo dejara salir de noche con nosotros?

- ¡Siemrpe corrompiendo ustedes!

- Pero si el pobre no podía ni ir al cine solo...

- Bueno, pero a las peliculas que lo llevaban a ver ustedes...

-Y con tal de que haya aprendido algo, por lo menos, para esta noche le va a servir....

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ustedes se la pasan haciendo piquitos

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