Suelen asegurar, a menudo, los intelectuales que “La
cultura en nuestro país, por más que nos rajemos la vestiduras, ha sido, y es,
la hermana menor, la hermanastra, el elemento suntuoso de todo programa de
gobierno, sea éste del signo que sea,
nada más”.
Otros dicen que, “hablar de temas culturales resulta
siempre pegar un salto en un trampolín y zambullirse en aguas profundas. Y
cuando estamos en plena pirueta o acrobacia, sabemos, o nos damos cuentas, que
no vamos a tocar el fondo, que el agua, como la cultura misma, tiene su
densidad y eso nos frena como al clavadista, que hace un ángulo y termina
saliendo a flote sin haber penetrado mucho en el líquido elemento”.
La cultura oficial, la del Ministerio tiene su fuerte, su
acento, en la capital de la República, y se despliega por el interior del país
con mucho entusiasmo, con variadas propuestas, pero generalmente no se miden
los resultados, eso que van más allá de los números, de tanto talleres, tantos
recitales, tantos encuentros,, tantas propuestas. Sino del que le da sustento
al artista de tierra adentro, el de
pueblo chico, el del barrio, ese que es llamado de tanto en tanto para
participar, “para colaborar la mayor de las veces que para cobrar el fruto de
su esfuerzo, la labor artística desplegada”.
Y cuando uno desemboca por las calles de la realidad, de
lo cotidiano, lo de todos los días, eso que vive el artista desconocido, el
artesano de la cultura, se da cuenta, que hay mucho por hacer, mucho por
atender, en el nombre la cultura.
LOS ARTISTAS, LOS DESAMPARADOS DE SIEMPRE
Salvo en tres o cuatro rubros, y en un núcleo no muy
grande de artistas, conocidos, reconocidos, hay un desamparo de los
trabajadores de la cultura en todo el país.
Hace pocos días, actores, guionistas, gente del cine
nacional se ha quejado por los medios de prensa, que no tienen el apoyo para
consolidar la industria del cine en nuestro país. Que no cuentan con los
recursos suficientes para filmar sus proyectos.
La industria del libro también se queja de los altos
impuestos, de la falta de promoción, beneficios, para los autores nacionales,
que siguen haciendo todo en forma artesanal porque no se puede invertir lo que
no se tiene.
EL TIEMPO DE LOS ACTORES
“La Sociedad Uruguaya de Autores se declaró en conflicto,
ante lo que consideran un doble recorte presupuestal ya que por un lado está el
que se le hace a la cultura en general y por otro de los fondos específicos
para el teatro, lo que determina que se esté claramente contra la producción,
el salario y el derecho a la cultura de los vecinos.
En un comunicado que decidieron hacer público, expresan las razones y
fundamentos que llevaron a este conflicto, un tanto particular por tratarse de
la rama que se trata. El sindicato sostiene que el programa de Fortalecimiento
de las Artes de la comuna capitalina, que funciona desde 2012 abarcando varias
disciplinas a través de fondos concursables, “es ejemplo de descentralización,
equidad y formalización del trabajo. Ha generado en 76 proyectos en el área
teatral más de 100.000 espectadores, casi 700 funciones gratuitas en los
barrios, más de 150.000 entradas gratuitas en salas, más de 1.500 salarios de
actores y técnicos”. Por eso el sindicato sostiene que “no se puede perder lo
ya conseguido, que ha sido poco pero en la dirección correcta, y para todos
(democratización del teatro para nuevos públicos, profesionalización y
reconocimiento de derechos laborales).
Dicen que el acceso a los bienes culturales es un derecho
humano y añaden que el programa de gobierno departamental del Frente Amplio que
votó la mayoría marca en el punto “4.2 Oportunidades para la integración
social”: “potenciar el Programa Fortalecimiento de las Artes”.
Por tanto alertan ante la situación planteada de lo que
entienden es un doble recorte, porque “de continuar adelante lo que se propone
en lugar de un fortalecimiento de las artes es un debilitamiento de las
mismas”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario