Pasaje Wilkinson
Un acceso al mundo encantado y
misterioso de las entrañas del teatro
La Comisión del Patrimonio Histórico de Salto y el gobierno departamental homenajearon al ingeniero Robert Adolph Wilkinson, arquitecto y director de las obras del Teatro Larrañaga, al cumplirse los 127 años de la inauguración del máximo escenario salteño.
Es así que el pasado jueves 8 de octubre se descubrió una placa que denomina con el nombre del profesional inglés a la entrada del pasaje sur, donde se encuentran el acceso de artistas, la salida de emergencia, el subsuelo y el antiguo jardín romántico.
Estuvieron presentes el intendente Mtro. Ramón Fonticiella, el vicepresidente de la Comisión del Patrimonio, Dr. Ariel Villar y el integrante de la Comisión de Apoyo, Esc. Enrique Cesio. Acompañó la Banda Municipal, a cargo del Mtro. Oscar Bordagaray.
Protagonista del paisaje costero
Sobre la trayectoria de Robert Wilkinson, Ariel Villar recuerda que era de origen británico y residió en Salto como funcionario de la compañía del Ferrocarril Noroeste. Si bien su obra más conocida y emblemática es el teatro, construyó además otras estructuras que permanecen desconocidas para la mayor parte de la población.
Seguramente le pertenecen muchas de las instalaciones que configuran el paisaje de carácter ferroviario del noroeste de la ciudad y que tanto atractivo tiene para los salteños. Por ejemplo la Estación del Puerto, así llamada por el propio Wilkinson en su proyecto.
Villar sostiene que una mención aparte en este somero listado merece el Muelle Negro, protagonista de nuestro paisaje costero y formidable construcción de hierro que permanece incólume, a la espera paciente de nuestro redescubrimiento.
También forma parte de este legado el enorme puente de hierro que cruza el río Arapey.
El teatro, un capítulo aparte
El teatro es un capítulo aparte en la trayectoria de Wilkinson. Refleja su gran sensibilidad e inteligencia constructiva. La belleza arquitectónica está sustentada por una estructura que permite que sus galerías voladas sean asombrosamente libres.
Su intervención en esta obra fue más allá que la de simple técnico contratista. Wilkinson figura como uno de los primeros accionistas fundadores de la sociedad que constituyó el teatro. Su participación activa en las obras queda comprobada con recibos que llevan su firma avalando compras, etc, que se encuentran en los archivos de la Comisión del Patrimonio.
Un pasaje sutil y sorprendente
El Dr. Villar sostiene que el pasaje sur del teatro permite el acceso a espacios de la ciudad alejados de otros caminos habituales pero igualmente cargado de significado cultural y también turístico.
En ciudades antiguas es común encontrar estos quiebres en la densidad de las manzanas más pobladas. Son como pequeñas venas que comunican con lugares más apartados y sutiles y no evidentes, que agregan un encanto de leve misterio.
En una ciudad como la de Salto, en una trama reticulada y por lo tanto prevista, este corte en medio de la cuadra crea una posibilidad impensada y por lo tanto sorprendente, como es el teatro mismo.
Por este pasaje se llega al jardín del teatro, un jardín de carácter romántico de finales del siglo 19. El recordado poeta coterráneo Leonardo Astiazarán decía que estos árboles eran el símbolo de la historia del teatro salteño.
“Que la entrada a este complejo, donde tienen cabida intereses culturales diferentes, lleve el nombre de quien lo construyera nos parece muy significativo. Sería como si subliminalmente su constructor hubiera firmado en alguna manera su obra máxima. Pensamos que esto evitará el acostumbrado olvido en el que tenemos al autor de uno de los más preciados hitos de la cultura salteña”, destaca el vicepresidente de la Comisión del Patrimonio Histórico de Salto.
En medio del proceso de la costosa restauración impulsada por la actual administración municipal, dicha comisión ha considerado pertinente la colocación de una placa que recuerde al constructor del Teatro Larrañaga, una iniciativa planteada en el año 2001 pero nunca concretada.
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