sábado, 16 de enero de 2016

Tari Fazo, el turquito se va para arriba…

Tarí era un buen muchacho, que se mantenía en sus cabales desde hacía mucho tiempo. Tal vez tenía algún desliz, alguna subida de tono, mínima, porcentualmente hablando. Iba con la lógica de los tiempos, con la forma de pensar de quienes orquestaban, la energía, las comunicaciones, la luz, el agua, el gas, Internet, por decirlo de alguna manera. Tarí era muy querido, por esa cordura, por su criterio, por su ecuanimidad, por ese manejo de la situación, y porque soplaba muy fuerte un viento de cola, hay que decirlo también, que permitía que se desenvolviera de una manera, digna dentro de un modelo que funcionaba. Un día el turquito Tarí se juntó con gente que eligió la gente, pensando que era gente que favorecía a la gente, que actuaba en función de la gente y para la gente, porque eran gente….. Eminencias grado cinco, como el Contador, catedrático de la vida, como el ex Presidente, oncólogo honoris causa en todas parte del mundo capaz de detectar y extirpar hasta los cánceres del futuro, como el actual. El hijo del guerrillero que llevaba el mismo nombre y que era una garantía. Aquella vieja dama, la de las frases que nunca se cumplían, la bailarina de candombe, Carolina la del Arena, y tanto sabios que hacia empalidecer el ágora de los dioses, que observaban callados, tinos y desatinos, que el tiempo nos fue trayendo. Tarí se sentía feliz de ser parte del movimiento, de estar allí, de facturar mensualmente es forma sencilla y justa para tantos lugares y hogares que demandaban sus servicios. Rodeado de tantos sabio pensó que siempre las cosas iban a salir bien, que nada daría pérdida, que nadie cometería un error, y que pensando en la historia, los otros, los anteriores habían cometido muchos errores y horrores, entonces, Tarí repetía una y otra vez lo que repetían todo, memoria, memoria, memoria. Al principio, como todo iba bien, para qué tener memoria?, que los otros la tengan o la guarden, pensaba Tarí, el facturaba, con criterio, pero facturaba. La gente lo quería, lo mimaba, lo necesitaba a Tarí, y él responda, mes a mes con justezas que lo hacían más querible aún. Pero todo concluye al fin, no es eterna la vida….y un día las eminencias despertaron sin su sabiduría, fueron invadido por una plaga de errores, de malos negocios, de puertas cerradas en el mundo y todo comenzó a derrumbarse, y Tarí a perder pie, a perder pié, a perder pié….. - Es un ajuste de cuentas.- Dijo el Bicho, y tenía razón... Tarí ya no fue tan querido y sus facturas un dolor para toda la gente, dolor en el alma y en los bolsillos, que dicen los que saben que no hay dolor más atroz que no tener un mango en el bolsillo, un sope, guita, mosca, teca, ¿se entiende?, un bolsillo sin nada de eso, no es bolsillo, y los bolsillos empezaron a vaciarse, a ni sentir olor a plata siquiera y Tari no fue llamado sólo por su nombre, sino también por su apellido Fazo, Tarí Fazo, el turquito que estaba en todas las bocas, todo lo criticaban, maldecían, aborrecían, y se alejaban de él como si fuera un leproso. Fue el tipo más odiado por estos días, nadie quería saber nada con Tari Fazo. Dicen algunos que se fue a meditar al Everet, otros al Cerro Pan de Azúcar, al Cololo o al Carumbé, no se sabe bien, un trabajador que lo conocía desde siempre, dijo con mucha tristeza… - Tari Fazo…el turquito se va para arriba….y no vuelve….

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ustedes se la pasan haciendo piquitos

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