Nelson Ramos, 1932 -2006 Dolores (Uruguay). Desde 1958
participó en numerosas muestras en Uruguay, Argentina, Brasil, Chile, Colombia,
Cuba, Dinamarca, Ecuador, El Salvador, Estados Unidos, Francia, Italia, Perú,
Paraguay, Rusia y Venezuela y desde 1971 creó el “Centro de Expresión
Artística”, taller de arte que dirigió hasta su fallecimiento. Fue una de las
figuras más relevantes y prolíficas del arte uruguayo .
Nota: Prof. Alicia Haber. Directora de ARTE).- Se lleva a cabo una exposición homenaje a Nelson Ramos en
la Fundación Iturria, Schroeder 6514. Con esta exhibición se inauguran las
actividades de esta Fundación.
Nelson Ramos , 1932 -2006 tuvo una larga trayectoria
artística y diversas etapas. El manejo magistral de la línea y el dibujo signan
las primeras fases creativas de Ramos y revelan sus condiciones de dibujante y
a la vez de diseñador, tanto gráfico
como industrial. Su primera serie consiste en obras abstractas de témperas y
tintas chinas de mediados de los años 50, revela una atracción hacia la obra
geométrica dinámica realizada en base a círculos y discos concéntricos, ritmos
y tensiones poderosos. En 1959 creó una serie en las que predomina las horizontales
marcándose la diferenciación entre cielo y tierra. Más adelante entre 1962 y
1963 la mancha adquirió protagonismo y se liberó el gesto tanto en el dibujo
como en óleos de gran tamaño.
Figuración inquietante
Al comienzo las primeras obras fueron más abstractas
aunque ya se insinuaban algunos rostros goyescos pero la figuración se fue
haciendo más agresiva y predominante . La máscara mortuoria, la calavera, los
rostros con ojos desorbitados y los dientes amenazadores se integran a zonas de
figuras evanescentes y fantasmales y a formas abstractas tales como espirales,
volutas, óvalos, circuitos o signos, letras, palabras completas, cruces,
números, formas diversas de típo sígnico.
Nelson Ramos 2 MNAV
Los ecos de la muerte, el aliento ominoso y el “memento
mori” sumado a lo grotesco y lo brutal son permanentes. Pero así como está
presente Thanatos también lo está Eros
en figuras alusivas a penes y senos y también desafiantes frases como “puta madre” o recuerdos de vínculos con la
madre en la palabra “mamá”. Entre 1963 y 1970 Ramos realizó inquietantes
dibujos figurativos con fuerte acento expresionista; muestra la impronta de
diversas fuentes artísticas de los dos años que pasó en Europa (1963 – 64) y en particular de sus estadas en
España. De allí deriva la influencia goyesca sobre todo en lo referido a la
serie negra, pero a la vez ciertas vinculaciones con la caligrafía árabe y
oriental descubierta en España. Asimismo hay vínculos con expresionismo
abstracto y el informalismo muy importante en ese momento en el arte peninsular
y en el Uruguay.
En las obras se establece
el contraste entre blancos y negros y el dibujo dinámico. Hay áreas de
una profunda negritud inquietante, a veces enmarañada y aglomerada como un imán
en el centro de la composición. El dibujo marca desplazamientos hacia abajo o
arriba destacándose el intenso gestualismo vertical y la materia lograda con el
espesor del óleo pastel preferido por Ramos en esos años (usaba también aguada
para los fondos y dactilopintura) como en otras obras de esa serie.
Ramos no se proponía un tema específico, no partía de una
idea preconcebida sino que empezaba a graficar y luego aprovechaba las figuras
que le sugerían las manchas y grafismos. Espontaneidad, automatismo, grafismo
intenso, variedad de líneas, propuestas más figurativas y otras sugerencias
apenas, uso de grises, de negros y la constante de la línea expresiva son los rasgos más
evidentes de esta serie. La línea interrumpida, la mancha, lo gestual y lo ondulante
no colide con la contención ya se instala una voluntad constructiva que
luego será rasgo permanente en su obra. Orden, espontaneidad y geometría
conviven.
Lenguaje abstracto
A partir de 1967 –
8 ( y aunque no abandonó los dibujos expresionistas hasta 1970) Ramos volvió al
lenguaje abstracto. Adoptó sobre todo a partir de 1970 una línea de
despojamiento cromático muy intensa reflejada en una pintura de caballete en la
que se destaca la definición de una línea vertical a veces de un color especial
como el rojo, el ocre o el naranja. Los blancos predominantes son en realidad
matizados con colores para no oficiar de simples fondos ni crear la sensación
de figura fondo. En sus ambientes,
también aparece esa línea vertical en una estructura volumétrica.
En su pintura de
caballete se destaca la definición de una línea vertical a veces de un color
especial como el rojo, el ocre o el naranja. El tema de la vertical relevante
durante años se observa en diversos momentos la composición, se duplica o
dialoga con varios segmentos generando un dinamismo en la estructura. Ramos
concibe esa vertical como una impresión digital, una línea que se dilata o
afina, que va de dentro para fuera o de fuera para dentro, más cerca de la
periferia o más cerca del centro de acuerdo a su intuición y no a una propuesta
geométrica estable. Con estos movimientos y la importancia dada a la textura,
su obra se ubica dentro de una búsqueda
sensible. La calidez está dada sobre todo en el empaste denso en algunas zonas
de la obra. Ramos genera s superficies blancas o crudas, sutilmente matéricas,
con suaves texturas con toques de
grises, ocres, marrones Pero además la vertical raramente es uniforme y
geométrica; a veces inclusive se redondea y se curva.
Las instalaciones
Abordó la instalación con bidones y sillas desplegadas en
el espacio. Un conjunto de sillas
pintadas de negro e intervenidas
por una delgada franja blanca que se llama “Dislocamiento” fue expuesta en el
Museo Nacional de Artes Visuales. El objeto cotidiano es usado como soporte.
Las sillas juegan como esculturas en el espacio, de diversas formas, unidas,
paradas, acostadas, tiradas, dadas vuelta, y el blanco. La línea que las
recorre está fragmentada y tiene un ritmo propio pero sigue una dirección,
aparece y desaparece y siempre es
encontrada por el espectador. Además del
Arte Pop hay resabios minimalistas .
Rasgados, Tapados, Reversibles
En la década del 70, alrededor de 1976 y sobre todo entre
1978 y 1980, Ramos empezó a explorar la ruptura del plano dentro del cuadro
creando estructuras abstractas con papeles. Creó los Rasgados y Tapados destacados por su austeridad, la
acumulación de papel común vinculado al arte povera, y el empleo del desgarro
de ese papel. Los “tapados” son hojas de papel que cubren y encubren. Ramos desarrolla la concepción del cuadro
como un objeto. Aumenta esas búsquedas cuando comenzó a plasmar obras
tridimensionales con maderas que creaban estructuras verticales: algunos
extraordinarios ejemplos se encuentran en la colección Daros y son de 1976.
Pandorgas, Claraboyas y Tarascas
Desde 1982 construyó cajas que se destacan como una de
las propuestas más significativas de su importante trayectoria. Empleando
papeles diversos, hilos, maderas y cañas de pequeños tamaños, a los que
manipula como un orfebre, Ramos creó esos cuadros – objetos. De ligeras
armazones interiores, revelan su profunda atracción por los medios expresivos;
Ramos tenía una relación artesanal con cada uno de los humildes, perecederos y
frágiles materiales cuyas propiedades investigaba sin cesar. Recurría sobre
todo a papeles de diferente grosor,
muchos de ellos traslúcidos y delicados, para elaborar una serie de planos
complejos y heterogéneos que ofrecen siempre soluciones nuevas, ricas en
ritmos, en estructuraciones espaciales, en búsquedas de profundidad, en juegos
de sombras, en contraposiciones de verticales, horizontales y diagonales y en
orientaciones diversas de planos triangulares. A veces algún etéreo volumen
sale hacia el espectador y en otros
casos éste es invitado a adentrase en la infinitud del espacio.
Cada subespacio es un desafío a la imaginación
constructiva. El juego sin fin de formas que se contraponen, el interior de
cada obra abierta a los ojos del espectador, la penetrabilidad sugerida, la
constante permeabilidad a la luz y al aire y los ritmos heteróclitos,
singularizan a estas obras plástico espaciales. Ramos “abría” las cajas,
permitía develar sus complejas estructuras, sugería lo secreto que se encuentra
detrás de un plano y aludía a regiones espaciales y tensiones de formas.
Priman los valores táctiles. El color, muy ascético y
despojado, que se reduce a ocres, blancos y algún toque de pincelada roja, azul
o gris, no es sustantivo.
Ramos no atendía solamente a los valores plásticos sino
que se alimentaba de estímulos temáticos del mundo exterior. Hay referencias
muy concretas. En estas cajas se conjuga la comunicación del objeto, la
comunicación de lo formal y la comunicación existencial.
Con sutileza apuntaba a episodios de la vida uruguaya y
rioplatense como sucede en las serie “Pandorgas, Claraboyas y Tarascas” (1982 –
1988). La caja es en este caso un relicario del pasado que comprende la
infancia de barrio, la antigua arquitectura montevideana, referencias a la
Guerra de las Malvinas, a la opresión de las dictaduras platenses y a las
destrucciones del patrimonio edilicio. Hay libres recreaciones del Barrio Reus
al Sur, mojón urbanístico trágicamente demolido y abandonado en una “ciudad sin
memoria” por la especulación inmobiliaria y
por los desatinos de un legislación arbitraria. El tema de las cometas
es también muy importante. Las pandorgas y tarascas son reminiscencias de la
infancia de Ramos y de la importancia de la actividad manual entre los niños
uruguayos de entonces. Pero remiten, a la vez, a la espiritualización del vuelo,
a la libertad lúdica con las que las cometas se desplazan y se elevan
atravesando el espacio; parecen connotar no sólo el valor del juego sino
también el de la libertad. Por otra parte esas profundidades ignotas a las que
nos remiten sus complejas configuraciones espaciales, hablan de elementos
oscuros, de lugares de difícil acceso, de oquedades misteriosas, de
profundidades inaccesibles mientras los traslúcidos papeles parecen referirse a
las formas diversas de velar la realidad. De todas maneras los mensajes son
oblicuos y están lejos de toda recreación temática explícita como lo denotan
“Después del silencio”, “Invasión en las Malvinas”, “Reus al Sur”, “Esqueleto
de Avión”, “Restos de Tarascas”, “Pandorgas y claraboyas”,”Claraboya” y “El
violín de Becho”.
En otra serie abordada desde 1987 Ramos opta por
alusiones más explícitas. Es la reflexión que comienza a gestarse sobre el
discutida conmemoración del “encuentro de dos mundos” que lo lleva a explorar
otra iconografía. Entre 1989 y 1992 construye
“Colonización”, “Ellos aún nos miran”, “Latinoamérica”,
“Invasores,”Humillación”, “Cholula” y “Tunatiuh”‘ que integran la serie “La voz de los vencidos”. Los acontecimientos
luctuosos que acompañaron a la conquista, y que se evocan a los 500 años de la
llegada de Colón, son el detonador fermental.
Ramos se proponía mostrar visualmente el dolor de los que
quedaron sumergidos por la historia. Urnarios, vampiros, esqueletos y
calaveras, son recurrentes en ese mundo de espectros sufrientes. Escenas de
saqueo, violencia, violación y conversión obligada de misioneros que optaron
por un camino poco cristiano para conquistar las almas de los indígenas se
despliegan en algunas instancias mientras sobrevuela la ominosa imagen del
vampiro.
Nelson Ramos el coleccionista
En todas esta series Ramos se esforzó, sobre todo, por
definir un arte con acento uruguayo. Rechazó modelos importados y al mismo
tiempo desafía estereotipos sobre el arte de América Latina :en su arte no hay
folklore, color local, mitos, magias, exotismo sensualidad o fantasía. Su
constructivismo orgánico tiende a subrayar la identidad a través del uso de
materiales “pobres” (apropiados a un
país subdesarrollado), de la dignificación de la manualidad (típico de las vivencias
uruguayas) y de la valoración del proceso de construcción de la obra (otra
característica de la vida local). El respeto por las cosas hechas a mano, tan
uruguayo, se trasmite en las cajas de este artista que construye con
morososidad enfatizando el aspecto artesanal de su labor. Es una manera de
definir un arte nacional en oposición al “high tech” de los países
desarrollados. El antiguo concepto de “techné” es reactivado enfatizándose la
parte operativa de la creación como un elemento fundamental del discurso
estético. “Las cajas” trasmiten, así, vivencias de una sociedad que rechaza la
alienante superioridad mecánica y acentúa lo orgánico y vital frente a lo
impersonal y tecnológico.
)
En 1993 retorna a la creación de cajas abstractas esta
vez creando series depuradas con madera, papel y collage. En piezas como “Gran
Soplador” y” Gran soplador II” revelan un retorno a una abstracción más
reduccionista donde los juegos formales quedan acotados a grandes superficies
negras de marco irregular que oscilan entre el cuadro y el bajorrelieve y tienen
la acendrada presencia propia de su formulación plástica.
En el 2004 creó una serie muy original en papel. Estas
son creaciones de muchos y diferentes
papeles, de colores numerosos , de grosores heterogéneos, de texturas
disímiles. Los papeles están pegados solo en la parte superior y por ello gozan
de una libertad especial, un cierto aire aunque están enmarcados dentro de un
contendor interno, una caja de cartón abierta.
Es sobre todo cuando rasgaba a mano o cortaba con
trincheta por la mitad, dejaba su huella
en forma vertical u oradaba con una forma menos definida, cuando se descubren
las capas que dejan traslucir verdes, amarillos, ocres, blancos, naranjas ,
dorados, e inclusive collages con papeles de diario. Como el artista recurría a
su mano, la irregularidad prima, lo que
subraya el carácter orgánico de cada obra y a la vez evidencia la
discontinuidad y la intermitencia, de los cortes y los misceláneos colores y
papeles que se unen y separan en esas heridas y en esas oquedades que forman por
las rasgaduras. Al dejarle el protagonismo al material, Ramos se olvidaba de la
paleta, del lápiz, de la tinta, y dejaba que el bajorrelieve triunfe gracias a
la superposición de papeles y se generen sutiles formas que él lograba al rasgar con su mano,
o al cortar con la trincheta. Obtenía
una obra sobria , refinada y
elegante, en la que se destacan las
características de los papeles, su aspereza, tersura, levedad , sus tramas, tejidos, granos y los,
rasgado, surcos, rendijas, fisuras que
el artista iba generando orden, espontaneidad y geometría conviven.
Una hoja de papel es un elemento dimensional, ya es un
objeto que se puede convertir en un objeto tridimensional sólo que lo arrolles
o le quiebres alguna punta; eso no es ninguna teoría, pero , es una manera de
ver lo que es una obra de arte, sostenía Ramos. Una invitación llegada del
Lejano Oriente le permitió expresarse y darse todo el gusto posible demostrando
lo que tantas veces ha predicado y llevado a cabo. Le llegaron numerosos papeles desde China.
Era un regalo esperado, ya que se estaba
organizando la muestra de “Artustas orientales en Oriente”, con Gerardo
Goldwasser, Lacy Duarte, Pichín Peralta y él, en la Red Gallery de Beijing.
Fascinado por la diferencia, calidad y
variedad de los materiales que le iba enviando el embajador uruguayo en
China, Ramos se entregó con fervor a
realizar numerosas obras, muchas de las cuales se expusieron por primera
vez en Galería del Paseo en Manantiales.
No quiso agregarle demasiado a la propia seducción que
emana del material y lo deja hablar con toda su elocuencia. Son muchos, muy
diferentes, de colores numerosos , de grosores heterogéneos, de texturas
disímiles, y para quien amaba este soporte como él , es el momento de
entregarse al soporte sin buscar otras formas de intervención. Esta obra también recuerda la serie de los
“rasgados.” Formalmente Ramos vuelve a subrayar su amor a la vertical, un
motivo recurrente en su lenguaje que se notó sobre todo a comienzos de los
setenta en pintura, en relieves en
madera, y variadas instancias de su obra.
Nelson Ramos, falleció en Montevideo en plena etapa
creativa mientras desarrollaba una de sus series abstractas en papel que en
alguna ocasión presentó con el título de Papel sobre Papel.
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