Cuando nací, me dije…al mundo le hacía falta un tipo como
yo, alegre, divertido, con sus vasos comunicantes al servicio de la esperanza,
de los nuevos tiempos, y de la solidaridad sin límites.
Al crecer, le hice ver a mis padres y hermanos, del
orgullo que deberían sentir, cada cual en la medida de su comprensión, del
llevar el mismo apellido que yo.
Tuve cierta consideración con mis tíos y primos
A maestros y profesores, les inculqué ese orgullo de la
pertenencia, les hice sentir sublime en el papel educativo, porque tenían ante
si la oportunidad, el privilegio, de educarme para la vida. Se que el Estado
nunca ha sido justo en remunerar a los docentes, y en eso me solidarizo con su
pena, pero, bueno, por lo menos han tenido la gran oportunidad de hacer de mi
un ciudadano receptivo en sus enseñanzas y defensor acérrimo de la inteligencia
humana, puesta de manifiesto por la naturaleza en mi persona, y pulida,
artesanalmente, por esos docentes que se beneficiaron con mi presencia en sus
aulas…
Cuando adolescente, me dije…ya estoy preparado para la
vida, el mundo necesita que yo lo impulse, que lo hidrate, que lo multiplique
en sus sueños, rumbos, metas, logros.
El mundo no me respondía, no daba muestra de su gratitud
ante mi presencia, lo tomé como un rasgo típico de su timidez, lo vi cohibido,
poco proclive a manifestarse y a reconocer en mi a uno de esos faros de luces
que guían los barcos para llegar a buen puerto…
Cuando mayor, me dije… el mundo no puede darse el lujo de
desconocerme, de no mirarme, de no entender que lo quiero ayudar, que puedo ser
la clave de sol de la música de un tiempo nuevo. Cuantas tareas podría
emprender!!!, cuantos caminos ayudaría abrir!!!, cuantos horizontes cercanos
haría ver, en estos tiempos de desganos, de incertidumbres, de dolores…
Cuando anciano, me dije…el mundo se olvidó de mi, ya no
cuento, hoy nadie me conoce, todos me
ignoran, todos se creen superiores y al mundo así le va. No me han hecho caso,
no me han mirado, no me han querido, pero yo, hoy, aquí, ahora, voy a llevar
acabo una acción que el mundo se acordará por siempre de mi. Con esta inmensa
aguja, por a pinchar el mapamundi de goma que me regaló mi abuelo y que me
acompañó toda la vida, y termino ya, desde una vez y para siempre, con las
cosas de este mundo…qué se cree que con su redondo andar se lleva todo por
delante?, no, estás pinchado viejo, adiós mundo cruel, ya nunca te veré….
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