martes, 26 de marzo de 2013

El día que me siguió La Gioconda










-      
Como todo estudiante de artes plásticas mi sueño siempre fue conocer a La Gioconda, La Mona Lisa, a la chica de Leonardo. Como todo estudiante de artes plásticas, no tenía un mango para viajar a París, para entrar al Louvre y ver al cuadro más famoso de la historia. Menos mal que mi celular pre pago me salvó la vida, porque me gané un viaje a la ciudad luz, con visita incluida al Louvre, y allá vamos!!!, dijo la Mirtha.
En el viaje me fui haciendo la cabeza. Como que uno se ha corporizado a La Gioconda, y si bien no es el ideal de belleza del Siglo XXI, tiene una atracción cuasi fatal. Y lo que son las cosas, si uno ve, como ha visto, a tantas Mona Lisa, Gioconda, caminando por las calles de nuestra ciudad, uno se compadece y piensa que a veces la naturaleza se ha portado mal con algunas mujeres, pero claro, esas chicas no están encuadradas, ni conocieron la mano de Da Vinci, ni las luces del Museo parisino.
Basta con mirar una foto del cuadro y de pronto, lo feo que se ve en la calle, caminando, se transforma,  la Potota de la otra cuadra, se transforma en la Mona Lisa, y uno se derrite ante su avasallante belleza.
Según leí, parece ser que la protagonista del cuadro es Lisa Gherardini, una dama florentina casada con Francesco del Giocondo, banquero napolitano.
Y usted sabe como es el chusmerío, parece que el Leo le arrastraba el ala y otras cuestiones, en fin. Pero, si bien por aquellos años no existía el Lucho Avilés, ni estaba Intrusos, la Canosa ni ahí, parece ser que hubo quien dijo que la Gioconda era la española Constanza de Ávalos, y arriesgándose aún más hay quien afirma que el retratado es Francesco del Giocondo o incluso el propio Leonardo. Con lo que nos lleva a pensar que el Panchito era todo un hombrecito de manito quebrada, y si fue así estamos hablando de un Mono Liso, un verdadero Giocondo. Bueno el Leonardo no le iba en zaga en eso quebrar la mano…
El cuadro fue pintado entre 1503-1506 sobre una delgada tabla de madera de álamo, o sea que don Leonardo no gastó mucho en madera buena para pintar a la botija “Una peculiaridad de la dama que aparece en el cuadro es que no tiene cejas ni pestañas. Aunque hoy en día nos extrañe, era una costumbre común entre las damas florentinas de la época, depilarse todo el vello de la cara”, dijo el Maestro y yo comprobé eso.
Ya en el Museo, me mandé de cabeza a donde estaba la dama de mis desvelos. La miré, me miró, y nos dijimos tantas cosas sin hablar. Me contó de su fastidio de estar tanto tiempo en el mismo lugar, de las cosas que pasó, cuando la robaron, cuando le pegaron una pedrada, cuando le tiraron ácido, cuando le hicieron propuestas indecentes, cuando la trataron de falsa, cuando la repintaron, y cuando otros miles como yo le declararon su amor platónico aunque yo no tengo ningún pesónico en el bolsillometro…
Me contó de la critica malsana sobre su boca que hizo, J.E. Borkowski quien comentó  que el rictus bucal es como el de las personas que han perdido sus incisivos o que padecen bruxismo, un hábito que lleva a rechinar los dientes por estrés o durante el sueño. Estaba mala la Gio por eso, mire si voy apretar los labios porque me faltan los dientes!!, quién se cree?
Bueno, ta’, no te caliente.- Le dije, yo he escuchado cosas peores, como de ese profesor de Yale que dijo que tu sonrisa era debido a que estabas embarazadas cuando te pintaron,….entre nos…estabas?, … de Leonardo?
No, no te enojes conmigo, es cierto, y el tipo llegó  a esta conclusión tras analizar la forma de tu cara, los dedos hinchados y el gesto de tus manos sobre el vientre (muy típico de las embarazadas). Dijo él que es de Yales, no sé cuanto yales, pero yales unos cuantos pesos estudiar allí.
Nos cansamos de hablar con La Gioconda. Cuando nos despedimos, los dos sabíamos que no nos íbamos a volver a ver en persona, que ella no tenía celular ni correo electrónico, que se iba aburrir otros mil años en París, en un París que ya no era como antes, y que yo iba a vivir a unos mil quinientos kilómetros, al sur del sur.
Con un dejo agridulce salí del Museo.  Cuando voy a cruzar la calle, se me dio por mirar atrás y la vi allí, parada. Me dijo que se venía conmigo, que quería cambiar de vida, que quería conocer mundos. Yo le dije que si, mientras pensaba, qué le digo a mamá que traigo una mujer a la casa sin estar casado?. Por la vieja, no, por los vecinos, ¡viste cómo son!, ¿no?....

-CAMACA-



No hay comentarios:

Publicar un comentario

flamencos

flamencos
ustedes se la pasan haciendo piquitos

Etiquetas