Un señor actor
Para Oscar Bibbó hacer teatro no es contar anécdotas, es transitar la vida
El telón de la charla se fue abriendo lentamente. Poco a poco fue ganando la escena, el pensamiento, los recuerdos y el sentimiento del personaje central. Un actor que hace casi cincuenta años inició un romance con las tablas, echó raíces sobre la escena con esas semillas de los elegidos y ha forjado una amistad pura con los libretos, las luces, con los telones y hasta con el siempre postergado y pocas veces reconocido, camerino, lugar de nervios y consuelos, de risas y llanto.
“Hay hombres que trasuntan la esencia de lo que son”, decíamos en “El Ruso Greg”, y este Oscar Bibbó Bulanti, artista salteño, un héroe de las tablas, un señor actor, es teatro por donde se lo mire, se alimenta y respira, de “ese lugar para contemplar” con que los griegos denominaron al Theatron (teatro).
REPRESENTAR HISTORIAS
El teatro es la rama del arte escénico relacionada con la actuación, que representa historias frente a una audiencia usando una combinación de discurso, gestos, escenografía, música, sonido y espectáculo. Es también el género literario que comprende las obras concebidas en un escenario, ante un público.
De hecho en el teatro se pueden reconocer elementos pertenecientes a las demás artes escénicas, y no está limitado al estilo tradicional del diálogo narrativo (por ejemplo en la mímica, las marionetas, la ópera y el ballet).
EL TEATRO ESTÁ PRESENTE EN NUESTRAS VIDAS
El teatro está presente en nuestras vidas a diario, quien más quien menos, en algún momento ha hecho o hace teatro. Cuando buscamos un pretexto, cuando queremos encantar alguien, cuando fingimos no ver, en el escenario de la vida actuamos todos los días. Bibbó siempre entendió esa competencia de la realidad, pero lo supo desde aquel lejano 1960, que tenía un arma infalible para derrotarla, que era la vocación, un vocacional del arte escénico siempre emergerá triunfal, entre otras cosas, por amor al arte, ante los circunstanciales de la escena.
TIEMPO DE REPORTAJE
El actor espera sentado frente al grabador. Será un diálogo improvisado, donde él deberá dejar lo mejor, entregarse al público con las ventanas del alma abiertas, con los sentimientos a flor de piel, en una representación distinta, en la que el público no escuchará su respiración, su voz, no lo verá recorrer la escena, pero se la imaginará, palabra por palabra.
Sólo actor y cronista, se reúnen para hablar del teatro que ese intérprete lleva en las venas.
“Su historia actoral” es el motivo de este encuentro.
AQUEL LEJANO 1960
El texto se puso a caminar a su lado en plena adolescencia cuando con un grupo de amigos surge la idea de “hacer teatro”. “Éramos estudiantes liceales, un día me invitaron, un grupo entre los que estaban Adalberto Piedrabuena, el gordo (Néstor) Campos, Wilson Lluberas, Pichirilo, Carlitos Blanc. Ellos formaron un grupo de teatro que posteriormente se llamó Club de Teatro Salto. Allí comenzamos a dar los primeros pasos. A mi me gustaba mucho desde antes, todo lo que fuera recitado, ese tipo de cosas, me sentí muy conforme con lo que se iba hacer.
En el año 1959 empezamos a ensayar una obra que se llamaba “Altitud 3200” que después no salió. Y en 1960 estrenamos con el grupo “Te y simpatía” una obra de Robert Anderson con la que debuté en teatro.
En esa época, 1960, existían en Salto cuatro o cinco grupos de teatro los cuales hacían tres obras cada una de teatro por lo que habían unas doces por año. En esa época había, lo que hoy es una carencia muy grande, críticos de teatro. Habían tres o cuatro críticos que al otro día de la función sacaban un comentario detallado de todo lo que había sucedido con la obra, los actores quiénes eran, cómo habían estado, la misma obra en si la desmenuzaban y explicaban como había sido. Eso era un incentivo muy grande para los actores, a pesar de que a veces decían cosas en contra del actor, pero eso a nosotros realmente nos incentivó mucho”.
SEGÚN PASAN LOS AÑOS
“Con el correr de los años se fueron sucediendo varias obras. Nosotros hacíamos prácticamente obras norteamericanas, de autores norteamericanos o inglesas, hicimos “Ha llegado un inspector” de J. Priesley, “Esquina peligrosa”, también de Priesley. Hicimos una obra de Enrique Amorim “Don Juan 38”. Hicimos “Una mosca contra el muro”, de Seoane un uruguayo, “La piel de los otros” de Legido, en esa época, obra que hicimos de nuevo 20 años después.
Así fueron los primeros pasos mÍos en el teatro. Lo que importó fue la constancia de seguir en el teatro, porque después hubo un período en donde se cortó todo que fue durante la dictadura. Posteriormente resurgimos con otro grupo, como fue Teatro Pueblo, con Roberto Lucero, allí empezamos con “La piel de los otros”, era una obra del momento de la política además De ahí en adelante hicimos varias obras más con Teatro Pueblo.
TIEMPO DE ANDAR, SINTAPUJOS
“Después hicimos un taller de teatro en la Asociación Cristiana de Jóvenes, un taller que trabajó mucho y que fue la derivación del grupo Teatral “Sintapujos” que es el grupo en que estamos ahora desde hace 17, 18 años”.
LAS TABLAS
A esta altura de la charla Bibbó ya se adueñó de la escena, cautiva a los espectadores de este teatro del reportaje, que uno, cual si fuera un tímido aplauso, osa a preguntar, como para darle parlamento…
-¿Qué es estar sobre un escenario y representar un papel?. El actor, hace un breve silencio, y se lanza otra vez, texto arriba, “es una sensación muy linda que no se puede explicar. Uno se encuentra en comunicación total con el público desde el momento en que se levanta el telón. Uno siente la respiración del público, siente una emoción muy grande cuando va a empezar.
Siempre existen esos nervios previos, yo en casi 50 años, siempre, siempre, he estado nervioso cuando voy hacer un estreno, es así nomás. Y después se produce esa comunicación con el público y te das cuenta que vas haciendo las cosas bien o que la tratas de mejorar a la actuación, y se va notando esa complicidad con el público. Para mi es una sensación muy linda porque además el teatro es el reflejo de la vida, el espejo viene a ser de la vida, no sé, uno quiere plasmar ahí, en el escenario, lo que sucede permanentemente en la vida cotidiana”.
OBRAS CON CONTENIDOS
Para un actor el teatro no es un simple pasatiempo, y para un actor comprometido con su tiempo, el teatro es también una filosofía de vida, porque cuando uno elige una obra, sabe lo que quiere comunicar. Sobre esto Oscar Bibbó nos dice: “En mi caso, he tratado de hacer obras con contenido, algo sentido, algo que le quede de recuerdo a la gente. Creo que lo he logrado, porque muchas veces me encuentro con gente que me dice “¿te acordás de tal obra o de tal otra”
EL HOMBRE DE LOS MIL ROSTROS
Por más que haya coherencia en la elección de argumentos, de un obra siempre hay papeles distintos, cómo se prepara un actor para asumir el nuevo rol?, le preguntamos al actor, y nos responde: “Ese es el trabajo más lindo que tiene el actor, el de analizar la obra, analizar el personaje que va hacer, pensar cómo lo va a diseñar, cómo lo va hacer, cómo lo va a crear, porque la verdad es que lo va a recrear, lo estudia le va buscando los detalles, datos, le aplica otros detalles vos, inventás cosas sobre ese personaje y después lo llevás al escenario. Cuesta mucho a veces. Uno va delineando el personaje y lo logra a veces uno o dos días antes del estreno. La voz, los gestos, los tics, que tenés que tener, y tratar de diferenciar uno de otros, es fantástico eso. A mi lo que me gustaba más es que no me conocieran en el escenario que no vieran a Oscar Bibbó, que fuera un personaje y nada más. Me he llevado satisfacciones muy grande, porque realmente uno lo logra con maquillajes, con lo que sea, cambiando la voz, cambiando la fisonomía del personaje, la manera de ser.
UNO SE METE EN EL PERSONAJE Y EL PERSONAJE SE METE EN UNO
Alguien dijo que “ La composición de un personaje me parece que hay que hacerla desde el verbo, la palabra, sobre todo en obras que tienen tanto texto. Meterse en la piel implica comprensión. Una vez escuché decir a Jean Villar que "el actor cuando deviene maduro o viejo, comprende más la vida, el transcurso de la vida". Entonces, parece que no debería meterme tanto en la piel del personaje”, y entonces pasa que es el personaje que se mete con uno”.
- Mientras está la obra en cartelera, andás por la calle o en tu casa, ¿sigue estando vivo el personaje que representas?
- “¡ah!, si, es horrible porque no te lo sacás de encima porque vivís compenetrado con él todo el día. Es un problema a nivel familiar incluso, porque como está todo el día pensando en eso, a veces no escuchás lo que te hablan los demás, estás metido en eso y no lo largá hasta que dejás la obra definitivamente.
- La risa del público, las caras tristes del mismo, las lágrimas, y el aplauso, si vos notás esas tres cosas, en determinado momento juntas, o separadas, cómo te sentis?
- Te emociona mucho además, porque vos también sos partícipe con el público de eso. A nosotros nos ha pasado en obras, te digo la más cercana, “El regreso del Gran Tuleque” que crea una emoción muy grande en el público. En algunos lugares, como en Chile, donde sufrieron tanto en la época de la dictadura, sintieron la obra quizá más que los uruguayos, en una forma intensa, más emotiva, a nosotros venían llorando a saludarnos, eso se logró, lo lograron los actores, pero uno lo sintió y se conmovió con eso mismo.
DE TEXTOS Y AUTORES
- Tenés ideas cuantas obras llevas representadas en estos casi cincuenta años de teatro?
- Y llevo más de setenta obras, de todo tipo, de dramas, comedia, grotesco…
- ¿Alguna que te haya marcado o que haya marcado al público de lo que hicieron ustedes?
- De las obras que hemos hecho hay varias. A mi la que me marcó más fue la primera, “Té y simpatía”, “El Memorial de un cordero asesinado”, de Genet, un argentino. “la piel de los otros”, y el “Regreso del Gran Tuleque”.
- Ustedes hicieron “La Empresa perdona…”, del venezolano Santana, ¿verdad?.
- “Hicimos si, “la empresa perdona un momento de locura”, esa también fue una obra muy hermosa. La quisimos reprisar pero resulta que tuvimos problemas con el autor, con Agadu, en una palabra.
- Cuando se pone en marcha una obra, se inicia el trabajo, ¿sentís que hay una energía que los une a los actores o son sensaciones individuales?
- “Es divino cuando el grupo se mete a estudiar, a analizar la obra, ese trabajo de mesa que es el estudio, el análisis de la obra, de investigar, uno respira teatro, respira vida. Hubo obras en que uno la disfruta más y la va descubriendo a medida que la vas haciendo, por ejemplo Rosencof, uno descubre siempre nueva cosas, es un autor que tiene tantas posibilidades. Uno ve tantas cosas en las palabras que pone, en esos poemas, porque sus palabras son un poema en sus obras. Incluso hay frases que la vas descubriendo después de hacerla varias veces, que no te había dado cuenta de algo, es magistral.
Yo también tuve una experiencia muy grande haciendo el personaje de Quiroga, cosa que me dio muchas satisfacciones, e indudablemente con una dirección como la que tuve de Héctor Manuel Vidal, un genio como director, que ahora está destacándose a nivel nacional con direcciones teatrales. Para mi fue algo maravilloso hacer los tres años que hice del curso del Ministerio con él y con profesores de la Comedia Nacional que vinieron acá para dar clases de distintas ramas del teatro y fue una forma de poder superarme.
SALTO, A VECES ES, A VECES NO
Salto ha tenido sus momentos de esplendor en el teatro y en épocas desaparece, ¿por qué esa discontinuidad?, ¿qué es lo que falta?, ¿incentivos?, le peguntamos a Bibbó, y nos responde.
- No, yo no creo que falten incentivos. Pienso que a veces, también, los culpables seamos nosotros. Culpables en el sentido de que a veces hacemos obras que no le llegan al público. Quizá no medimos las consecuencias, elegimos, a veces por gusto personal, incluso hay gente que opina que uno hace la obra por hacerla, porque siente el gusto de hacerla no importándole si va gente.
- Hay diferentes criterios, yo siento que me debo al público y quiero tener al público cuando hago una obra. Por eso digo, por ese lado eso ha sido perjudicial, han habido períodos en el cual hubo decadencia. También todo lo que significó la dictadura donde desapareció el teatro durante diez años, eso también fue bastante embromado.
- No aparecen los autores locales, nacionales, las nuevas camadas…
- Si. El teatro nacional ha tenido un surgimiento muy grande. Fijate vos, desde que nosotros empezamos, en el año sesenta, con obras de teatro inglesas o norteamericanas a realzar obras del teatro nacional, hay una cantidad de autores nacionales que han hecho cosas importantes, Prieto, Leites, el mismo Rosencof, Seoanne, Autchain, Ignacio Martínez en obras para niños, una cantidad de autores nacionales que ahora uno los puede representar, Ana Magnabosco.
- Los próximos pasos de Bibbo
- Y estoy por largar los guantes. Estoy en una etapa en la que trato de transmitir las experiencias de uno. Por lo tanto estoy haciendo un trabajo que ya había empezado hace dos años a llevar a todas las escuelas algo sobre teatro o sobre recitados. En este caso fue aprobado un proyecto en la Inspección de Escuelas en la que vamos a trabajar sobre el indio, el gaucho, el negro, el candombe, vamos a ir a recorrer las 36 escuelas de Salto. Es un trabajo engorroso que nos lleva como cuatro meses pero a nosotros nos encanta trabajar con los niños y sobre todo para ir inculcando la poesía gauchesca, esa es la idea que tenemos.
Después tenemos el otro trabajo, que es el de llevar obras para niños a las escuelas eso ya lo tenemos planificado y estamos ensayando, después mantenernos con algunas obras para mayores. Estoy trabajando dando clase de teatro en Colonia 18, en Rincón de Valentín, para la Intendencia, acá en Salto y a su vez en un taller particular que tengo. Estoy trabajando a full, pero sabiendo que voy a tener que largar, que no voy a poder seguir con este ritmo.
- La docencia es una cosa enriquecedora
- La verdad que si. Yo he tenido buenos profesores, el caso de Ruben Yañez, de Héctor Guido, de Vidal, Piankoski un ruso que vino al Uruguay y con el cual aprendí el Método Stanislavsky, aplicarlo como realmente debe de ser.
- Hincha de Peñarol, de Nacional?
- De Nacional.
- ¿Y en Salto por que cuadro van las simpatías?
- No tengo cuadro, no voy al fútbol aqu´en Salyto
- ¿Libro?
- Mi libro de cabecera es “Las venas abiertas de América Latina”, de Galeano.
Cae el telón, lo invitó aplaudir, a un señor actor llamado Oscar Bibbó.
- Carlos María Cattani -
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