viernes, 10 de febrero de 2017

De trapos, clavas y pelotas Malabaristas callejeros entre el arte y la propina

“No somos pedigüeños ni jeteros, ni abusadores, somos artistas”, nos dice “El Rollinga”, y agrega, “por suerte mucha gente lo entiende así y nos deja algo al pasar”. El Rollinga es uno de los tantos malabaristas, que a veces vende otras cosas, artesanías, flores, “lo que salga”, “para ir tirando”. Mientras charlamos, los autos pasan lentos, y él los mira, tal vez pensando que alguna propina se va sin llegar a sus manos. Por la vereda la gente viene y va, y mientras él hace malabares con clavas o con pelotas, los demás lo sienten como parte del paisaje, como alguien que está haciendo “la diaria”. Nadie se preocupa por perder algún minuto en la calle o ganarlo, mirando a un artista. Claro que el malabarista sabe que la vida se ha dado así y tiene que seguir. “Hay que tener cuidado con los autos , el tránsito está imposible... hay que hacer los trucos rápidos y estar atentos“, señala El Rollinga. Ese sábado a la mañana el semáforo de Agraciada, en la Zona Este siguió la función, el muchacho de ropas sencillas, con tres objetos peculiares en sus manos, repite una y otra vez, maniobras que solo las podría hacer alguien que haya dedicado mucho tiempo, energía y amor a este arte callejero. Varios artistas salen día a día a “ganarse el peso” haciendo lo que más les gusta, el arte del malabar: “Salimos por tres cosas: Porque nos gusta, por divertirnos y porque podemos ganar plata trabajando honestamente”, dice El Rollinga, y acota, “esta frase las decimos todos poque es nuestro argumento”.. En otro alto en su tarea, porque, los artistas también se cansan, volvemos a charlar. ”Acá en Salto, el que más sabe es El Tucán, es un poco el referente de todos. Hay una cantidad de trucos que él te los puede nombrar. Algunos usan clavas otros pelotas, otros las dos cosas, hay algunos que hacen con ruedas de bicicletas, unos usan monociclos, contact. La rutina es llegar a la esquina, empezar a trabajar los malabares. El tiempo de permanecer depende de la voluntad de cada uno, y de las necesidades también. Algunos están una dos y media, tres, hacen $ 600, $700 y se van. Eso depende, hay días que se ponen lindos y si la gente deja, y si no es fin de mes, el salteño es generoso”. - ¿Sos de acá? - - Si, si. No hago sólo esto, hago otras cosas. - Sacan buena plata, entonces? - - Y depende del lugar y del día, y como te digo del rato que trabajes, hay algunos que quedan horas y sacan mas de mil pesos, pero eso no es todos los días…Una vuelta estuvimos tres horas e hicimos $ 1.500, pero éramos cuatro para repartir. Hay algunos que trabajan solo, no les gusta compartir la esquina, pero, no es que estén peleados, no les gusta compartir la esquina, nada más. Otros comparten, hacen un semáforo uno y otro, el otro y cubren las dos calles. De Salto hay cuatro o cinco malabaristas, porque van y vienen por ahí. Como vienen de otro lado. Acá, ya te digo, un poco el referente es El Tucán, es como el maestro de todos acá. El que le enseñó al Tucán es uno que se llama Patricio, hace como diez años atrás, y El Tucán le enseñó a toda la gurisada que anda ahora. Tribilín es otro. El Tucán inventó unas clavas con botellas de refresco recicladas, unos caños de PVC y unos regatone de sillas, eso es invento salteño de la clava. Hay clavas profesionales, cabeza de martillo, esas son profesionales, las que usa el Cirque du Soleil, pero para comprar de esas tenés que ir a Concordia. “Yo tenía una, que ahora la tiene Tribilín, porque a veces van pasando de mano en mano. Esas clavas me las regaló El Matera, yo se las pasé para uno que se tenía que ir al Brasil, el Murguero y el murguero se las dio a Tribilín. Hay gente que hace con hula-hula. Tengo un compañero que es de La Pampa, que ahora está en Chile que hace malabares con los conos esos de tránsito Se dan maña para divertir a la gente, y muchas veces se confunde como que se está mangueando, y en realidad, se está ofreciendo un arte, y no se obliga a nadie a dejar propina, la gente lo hace porque es generosa”. - En el atardecer dominguero caminamos por el centro y nos encontramos con “T” que nos cuenta como trabaja: “Yo en realidad miro numerología, saco de internet varios trucos. Salto en lo que es la cultura circense está medio atrasado, llegó medio tarde, y no hay cosas especializadas, pero, en realidad hay campeonatos mundiales, convenciones. Y ahora me voy a Asunción a la Convención del 8, es la octava Convención que hay, y es a la primera que voy recién. Y quiero saber más o menos en qué se anda, quiero aprender un poco mas. Y te encontrás con gente que disocia, hay gente que juega solo malabares, le pone una cuchara, el aro, el monociclo, la bola, tenés millones de cosas, esto es infinito. Yo quiero que esto se vea como un arte más. Hay gente en la calle que pinta, que hace música, están en la batalla del día a día, viven de eso. Hay personas y personas, hay personas que lo usan con distintos fines. Yo en cambio vivo de esto, anduve medio descarriados, pero hoy tengo dos nenes y es otro cantar. Yo ya tengo que hacer para un alquiler, para la comida, para los gastos”. - - Y eso que dicen que sacan 500, 1.000 pesos por día, y algunos más, es cierto? - Eso varía, depende del tiempo que tú te quedes. Yo si preciso 200, 300 pesos, vengo, los hago y me voy, ¿me entendés?. Tampoco voy a estar todos los días, tres, cuatro horas para que se aburran, aca la gente colabora porque quiere, nadie los obliga. Trato de hablar lo menos posible con la gente para no tener problemas. Porque quieras o no, no todo nos ven de la misma manera. Pero eso si, hay gente generosa, que reconocen que somos artistas intentando animar, entregar un arte”. - Y allá se quedó el artista callejero, con su público sobre rueda, que no aplaude, pero, que le brinda unas monedas como premio a su labor. “Y así andan sin jefes, sin seguros y sin contratos. Valiéndose nada más que del dinero de la gente. Hay quienes hacen show y quienes hacen “semáforos”, también hay quienes cantan en la esquina, plazas o avenidas. Se pueden encontrar a lo largo de toda la ciudad, principalmente en distintos lugares providenciales, de mañana, tarde e incluso por las noches”. Finalmente podemos decir, lo que no ha prendido tanto es el oficio de “los trapitos”, de los limpia vidrios. Es difícil encontrarlos por las calles de Salto,, seguramente nuestra búsqueda continuará y será motivo de otra nota…. CARLOS MARÍA CATTANI CAMACA

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ustedes se la pasan haciendo piquitos

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