“El problema de si al pensamiento humano se le puede atribuir una verdad objetiva, no es un problema teórico, sino un problema práctico”, señaló Marx. Solo la práctica puede constituirse en criterio de verdad, expresó Lenin.
La explicación sobre la crisis que vive actualmente el capitalismo no puede partir de teorías metafísicas que imposibiliten la comprensión de la realidad como una totalidad en constante cambio, movimiento y transformación.
El marxismo, al contrario de las teorías burguesas que pretenden encontrar las causas de la presente crisis en elementos puramente subjetivos, hace un estudio minucioso de la realidad para lo cual utiliza conceptos y categorías de análisis que permiten entender las características esenciales del capitalismo y las razones que provocan las crisis.
En este estudio, por tanto, no se puede dejar de lado la explicación histórica de la explotación social en el capitalismo, cuya base está en la obtención de un plusvalor por medio de la apropiación del trabajo realizado por la clase obrera. Esto permite comprender dos cosas fundamentales: 1. El capitalista siempre busca obtener ganancias; y, 2. que esa ganancia la obtiene, precisamente, de la explotación de los trabajadores. No la obtiene del ahorro, ni de su propio esfuerzo, tal como lo señala Néstor Kohan.
Kohan explica que:
El capital no es una cosa, una suma de “factores de producción”, una sumatoria de máquinas y herramientas, una simple suma de dinero. El capital es una relación social de producción que relaciona en un polo a los dueños del dinero y de los medios de producción (previamente expropiados), y en el otro polo, a los trabajadores que son dueños sólo de sus cuerpos, de su capacidad de trabajar, de su fuerza de trabajo.
Esta es la razón por la cual será la clase obrera la que asuma los costos de esta nueva crisis. No los capitalistas. Marcos Roitman Rosenmann dice:
No nos llamemos a engaños. Insuflar dinero a los grandes bancos y salir en defensa de sus consejeros y altos cargos es parte de una estrategia pendular. Cuando no resulta oportuno tejer con Hayek, se teje con Keynes. Unas veces desde la oferta y otras desde la demanda. Tanto monta, monta tanto. En cualquier caso, el resultado es el mismo. La relación capital-trabajo se asienta sobre la expropiación del excedente económico producido por el trabajador en condiciones de apropiación privada. Así, quienes pagan los platos rotos de esta estrategia son los de siempre. Las clases explotadas y oprimidas del campo y la ciudad. Salvar el orden económico, sin modificar su estructura y su organización, conlleva un aumento de la desigualdad social y la explotación.
Iñaki Gil de San Vicente manifiesta que frente a esta realidad una cuestión decisiva “es saber cómo impedir que la humanidad trabajadora pague los costos de la hecatombe, cómo lograr que el imperialismo no salga feliz, sonriente e impune, de la catástrofe que únicamente él está generando.” Lo que señala el marxista vasco implica la necesidad urgente de que los pueblos del mundo se organicen para realizar la revolución a escala planetaria como lo plantearan Marx, Engels, Lenin, Trotsky y el Che Guevara. El capitalismo no se cae, hay que tumbarlo, y esto sólo se logra a través de la lucha revolucionaria. Si esto no se lleva adelante, la humanidad corre el serio riesgo de enfrentarse a una contraofensiva reaccionaria, de corte fascistoide.
“Lo que ahora está en juego -dice Iñaki Gil de San Vicente- no es tanto una confirmación teórico-abstracta del marxismo, sino la demostración de que las izquierdas podemos orientar el creciente malestar popular hacia el socialismo, avanzar en el debilitamiento estructural de la dictadura del salario y de la mercancía, en el aumento del contrapoder popular hasta llegar a situaciones de poder obrero capaces de detener el avance del caos y reorientar la historia hacia la emancipación humana.”
No hay otra alternativa: o la lucha por el comunismo o el caos.
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